El finlandés Lauri Nummenmaa demostró durante una Escuela de Ciencia Avanzada la relación entre la afectividad y los mecanismos que causan desde la obesidad hasta ciertas enfermedades mentales (foto: André Julião / Agência FAPESP)

Entender las emociones en el cerebro para descubrir nuevas moléculas
13-09-2018
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El finlandés Lauri Nummenmaa demostró durante una Escuela de Ciencia Avanzada la relación entre la afectividad y los mecanismos que causan desde la obesidad hasta ciertas enfermedades mentales

Entender las emociones en el cerebro para descubrir nuevas moléculas

El finlandés Lauri Nummenmaa demostró durante una Escuela de Ciencia Avanzada la relación entre la afectividad y los mecanismos que causan desde la obesidad hasta ciertas enfermedades mentales

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El finlandés Lauri Nummenmaa demostró durante una Escuela de Ciencia Avanzada la relación entre la afectividad y los mecanismos que causan desde la obesidad hasta ciertas enfermedades mentales (foto: André Julião / Agência FAPESP)

 

Por André Julião  |  Agência FAPESP – Lauri Nummenmaa presenta varios estudios sucesivamente y concluye cada disertación suya con un chiste. Su público invariablemente ríe y le saca una sonrisa de satisfacción. 

Si al cabo de una conferencia se sometiese a una tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), probablemente las imágenes que el aparato genera mostrarían una activación de los receptores de opioides endógenos del cerebro de este profesor de la Universidad de Turku, con sede en Finlandia.

La relación entre la capacidad de hacer reír y la construcción de lazos sociales es uno de los temas de investigación de Nummenmaa. Sus estudios de las emociones, con y sin utilización de PET, constituyeron el tema la conferencia que dictó durante la São Paulo School of Advanced Science on Social and Affective Neuroscience. Este evento tuvo lugar entre los días 20 y 31 de agosto en la Universidad Presbiteriana Mackenzie de São Paulo, en Brasil, y contó con el apoyo de la FAPESP.

La PET se emplea para la realización de estudios oncológicos y cardíacos, entre otros, pero no se utiliza tan asiduamente en estudios del cerebro. “No obstante, es mucho más potente para nuestro campo de lo que se imagina”, dijo Nummenmaa. 

La resistencia al uso de este aparato en parte obedece a que a quienes se somete a su aplicación se les inyecta algún material con radiación en el torrente sanguíneo. El funcionamiento de diversos tejidos puede visualizarse cuando la tomografía detecta en el decaimiento de los isótopos radiactivos en el torrente sanguíneo. “La cantidad de radiación es muy baja y es absolutamente segura”, dijo el investigador.

Actualmente el científico emplea este aparato para estudiar el comportamiento de los receptores de opioides endógenos en el cerebro, que regulan el procesamiento motivacional y del placer. Su acción en el funcionamiento del cerebro de personas obesas constituyó el tema de un estudio al que se refirió durante su conferencia.    

El artículo al respecto, publicado este año en Nature Communications, muestra que por el solo hecho de observar fotos de comidas apetitosas en algunas personas se activan áreas del cerebro relacionadas con el sistema de recompensa. 

“Variaciones en esos receptores pueden explicar por qué algunas personas sienten una urgencia por comer cuando se las sugestiona, lo cual aumenta el riesgo de aumentar de peso y de padecer obesidad”, dijo. 

Ciencia pop

De tiempo en tiempo, los estudios de Nummenmaa aparecen en la prensa especializada gracias a la explicación de ciertos comportamientos humanos. 

En uno de ellos, el científico partió de investigaciones en las cuales se afirma que los monos se valen del contacto físico para mantener y reforzar sus estructuras sociales. Por eso sometió a 1.368 personas de cinco países europeos a un test tendiente a demostrar el rol del contacto físico en los vínculos humanos. 

Los voluntarios deberían colorear en un dibujo de una silueta humana qué partes del cuerpo estaban autorizadas a tocarles personas de sus redes (padre, madre, cónyuge, amigos, etc.). 

En todas las culturas testeadas (Finlandia, Francia, Italia, Rusia y el Reino Unido), el área corporal donde el contacto estaba permitido se vinculaba directamente con la relación emocional que el voluntario tenía con esa persona, independiendo de cuándo la había encontrado por última vez. 

“Los conocidos cercanos y los miembros de la familia eran tocados por más razones que las personas menos familiares”, dijo. Acto seguido, Nummenmaa generó risas entre el público, al exhibir un gráfico que mostraba que la gente en el Reino Unido es en promedio menos proclive a dejarse tocar por otras personas de su círculo social. 

En 2014, otro estudio publicado por su grupo en PNAS cobró repercusión al revelar otros mapas del cuerpo humano; en ese caso, de las partes implicadas en distintas emociones.

Las imágenes muestran desde un cuerpo casi totalmente inactivo (depresión), hasta otros bastante activos en la zona de la cabeza, el tórax y el abdomen (amor).

La utilización en el campo de la salud

Según Nummenmaa, las técnicas de escaneo cerebral brindan una visión tan detallada del cerebro que pueden ayudar a develar el origen de ciertas condiciones psiquiátricas e incluso ayudar en el desarrollo de nuevos tratamientos. 

“Técnicas tales como el PET son excelentes, pues con ellas podemos realmente acercarnos a los fundamentos moleculares y biológicos de diversas sensaciones en el cerebro”, declaró el investigador Agência FAPESP.

“Esto significa que desde un punto de vista más amplio puede utilizárselas para la identificación y el desarrollo de nuevos fármacos. Cuando intentamos entender la afectividad en el cerebro a ese nivel, esto puede ayudar a quienes desarrollan nuevos medicamentos y moléculas a entender cómo se disparan ciertas condiciones”, dijo.

 

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