Expertos de la IPBES formularon esta advertencia en cuatro informes regionales sobre el estatus actual de la biodiversidad. Uno de éstos, enfocado en América, contó con la participación de 30 científicos brasileños (foto: IIISD-ENB/ Diego Noguera)

La pérdida de biodiversidad amenaza a las generaciones actuales y futuras
19-04-2018
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Expertos de la IPBES formularon esta advertencia en cuatro informes regionales sobre el estatus actual de la biodiversidad. Uno de éstos, enfocado en América, contó con la participación de 30 científicos brasileños

La pérdida de biodiversidad amenaza a las generaciones actuales y futuras

Expertos de la IPBES formularon esta advertencia en cuatro informes regionales sobre el estatus actual de la biodiversidad. Uno de éstos, enfocado en América, contó con la participación de 30 científicos brasileños

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Expertos de la IPBES formularon esta advertencia en cuatro informes regionales sobre el estatus actual de la biodiversidad. Uno de éstos, enfocado en América, contó con la participación de 30 científicos brasileños (foto: IIISD-ENB/ Diego Noguera)

 

Por Karina Toledo, desde Medellín  |  Agência FAPESP – Los habitantes del continente americano tienen tres veces más acceso a los beneficios que brinda la naturaleza que la media global de los ciudadanos, pero la mayoría de los países de esta gran región que se extiende desde el polo norte hasta el polo sur está haciendo uso de esos recursos en forma insostenible, al exceder la capacidad que poseen los ecosistemas de renovarse y promover la calidad de vida.

América alberga el 13% de la población mundial y a 7 de los 17 países más biodiversos del planeta. Asimismo, ostenta el 40% de la capacidad de los ecosistemas mundiales para producir materiales que pueden consumir los humanos. Por otra parte, produce casi un cuarto de la huella ecológica global (la cantidad de recursos necesarios para mantener a la población humana actual) y los recursos naturales se encuentran distribuidos en forma sumamente desigual entre los habitantes del continente.

Este desequilibrio tiene un impacto que puede medirse. Al comparar la biodiversidad actual de la región con la existente al comienzo de la colonización europea, se estima que, en promedio, las poblaciones del 31% de las especies americanas en una determinada área han experimentado una declinación: es un porcentaje considerado alto y que puede trepar al 40% en 2050.

Expertos de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) formularon esta advertencia en la ciudad de Medellín, en Colombia, que fue sede a finales del mes de marzo de la Sexta Reunión Plenaria de la referida entidad.

El informe sobre el actual estatus de la Biodiversidad y de los Servicios Ecosistémicos en América fue uno de los cuatro informes regionales que presentó el 23 de marzo la IPBES. Los otros se enfocaron en África, Europa-Asia Central y Asia-Pacífico. También se dieron a conocer cuatro sumarios para tomadores de decisiones con los principales hallazgos de dichos documentos.

“Brasil fue uno de los países con mayor protagonismo en la elaboración del diagnóstico de América. Aparte de mi participación como uno de los tres coordinadores generales, cuatro de los seis capítulos del informe contaron con a co-coordinación de brasileños. En total, entre autores principales y colaboradores, unas 25 personas de nuestro país tomaron parte”, destacó Cristiana Simão Seixas, investigadora de la Universidad de Campinas (Unicamp) y coordinadora del diagnóstico regional de América junto al canadiense Jake Rice y a la argentina María Elena Zaccagnini.

Además de Simão Seixas, figuran otros cinco miembros del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP) en la lista de autores del informe regional: Jean Pierre Ometto, Juliana Sampaio Farinaci, Jean Paul Metzger, Ricardo Ribeiro Rodrigues y Carlos Alfredo Joly. Este último, en su carácter de miembro del Panel Multidisciplinario de Expertos (MEP) de la IPBES, ayudó a elaborar las directrices que orientaron la elaboración de los cuatro diagnósticos regionales.

“Todos están también al frente de la Plataforma Brasileña de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (BPBES), y aplican la experiencia recientemente adquirida en el diagnóstico de América en la elaboración del Diagnóstico Brasileño de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, que se presentará en julio, durante la 70ª Reunión Anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), que se realizará en la ciudad de Natal, en Rio Grande do Norte”, remarcó Joly.

A juicio del científico, quien también coordina el Programa BIOTA, Brasil es “sin lugar a dudas” uno de los países americanos que hacen uso de los recursos naturales en forma más intensiva que lo deseable.

“Desde el descubrimiento nuestra economía es extractiva, y la expansión del agronegocio sigue en esta línea. El enfoque actual recae sobre el Cerrado –la sabana brasileña–, en la región denominada Matopiba [acrónimo formado por las siglas de los estados brasileños de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía]. Aunque allí se producen alimentos, que son bienes de primera necesidad y que contribuyen enormemente en la balanza comercial del país, se lo hacen en forma predatoria”, dijo Joly.

Para el coordinador del BIOTA-FAPESP, en vez de expandir sencillamente las áreas ocupadas por la soja o por el ganado, habría que pensar en un paisaje multifuncional, con extensas áreas agrícolas entremezcladas con áreas de vegetación nativa (Reserva Legal, por ejemplo) y conectadas por anchas franjas de bosques en galería (Áreas de Preservación Permanente).

“Todos saldrían ganando: sería posible mantener buenas poblaciones de polinizadores, que aumentarían la cantidad y la calidad de los granos de soja; mantener una mejor recarga de los acuíferos, fundamentalmente en las áreas de Cerrado, evitando la necesidad de racionamientos, y mantener la biodiversidad y la capacidad de conservación optimizada mediante la conexión entre fragmentos que aportan los bosques en galería. A mediano plazo, sería una situación de gana-gana”, destacó Joly.

Para el presidente de la IPBES, Robert Watson, es necesario tornar a la agricultura más sostenible, y para ello hay que terminar con los subsidios gubernamentales a la producción.

“Sólo debe haber subsidios si son para medidas tendientes a integrar la preservación ambiental con la producción, pero no aquéllos destinados a la producción en sí misma. Debemos aprender a usar los fertilizantes, los plaguicidas y los recursos hídricos en forma apropiada. En la mayor parte de los lugares se hace un uso excesivo. Es necesario producir una agricultura de precisión, es decir, darle a las plantaciones exactamente lo que necesitan. Esto no es algo trivial, pero puede hacerse”, sostuvo Watson.

Simão Seixas destacó que el cambio del modelo de uso de la tierra y la consiguiente degradación de los hábitats naturales –promovida por la agricultura y la ganadería, y también por la minería, por la construcción de centrales hidroeléctricas y por el crecimiento urbano desordenado– constituye históricamente y aún en la actualidad la principal causa de pérdida de biodiversidad en América y en Brasil en particular.

Otros factores importantes mencionados en el informe son la contaminación, las especies invasoras y sobreexplotación de los recursos naturales.

“Pero el nivel de impacto de los cambios climáticos sobre la biodiversidad ha venido aumentando de manera acelerada, y las proyecciones indican que en 2050 el clima tendrá un impacto tan grande como la destrucción de hábitats”, consignó Simão Seixas.

El valor estimado de los aportes de la naturaleza

En el diagnóstico de América se estima que el valor económico de los aportes de la naturaleza a la población de la región –enfocado únicamente en los recursos terrestres– supera los 24 billones de dólares anuales, el equivalente al Producto Interno Bruto (PIB) de toda la zona.

“Este cálculo se realiza con base en el modelado y la extrapolación de datos recabados en diversos trabajos, pero, como no se consideran los beneficios inmateriales –la promoción de salud mental, por ejemplo–, creemos que es una cifra altamente subestimada”, afirmó Simão Seixas.

Los autores del informe advierten a su vez que esas contribuciones que brindan los ecosistemas naturales –lo que incluye factores tales como la polinización, la regulación del clima, la producción de alimentos y muchos otros– están declinando en un 65%. Y que en un 21% están disminuyendo fuertemente. Alrededor del 50% de la población americana, por ejemplo, ya afronta problemas relacionados con la seguridad hídrica.

Simão Seixas llama atención hacia el hecho de que el 61% de los idiomas americanos de las culturas tradicionales asociadas a los mismos se encuentran amenazados o en riesgo de desaparecer. “Y con ellos se pierde toda una gama de conocimientos referentes a prácticas sostenibles de manejo de los recursos naturales. Tenemos mucho que aprender con las poblaciones indígenas, y éste es uno de las principales mensajes del documento”, dijo.

Para Jake Rice, el principal mensaje indica que estamos usando los beneficios de la naturaleza más rápido que su capacidad de reposición. “¿Es inevitable ese futuro? No es el mensaje que pretendemos transmitir. Estamos aumentando las áreas protegidas y rehabilitando áreas degradadas. Pero fundamentalmente debemos hallar modelos tendientes a que nuestros medios de subsistencia se vuelvan sostenibles”, dijo Rice.

Para Joly, el tema de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos no debe seguir siendo tratado como una política sectorial del área ambiental. “Es fundamental que estos temas salgan de ese gueto y permeen áreas tales como las del Ministerio de Planificación y del Ministerio de la Hacienda, de modo tal que tengamos políticas económicas que integren a las cuestiones ambientales con las económicas y las sociales. Este tipo de política multisectorial puede llevar al camino hacia un desarrollo más sostenible, y no al mero crecimiento que tenemos actualmente.”

El coordinador del BIOTA-FAPESP afirmó que los costos ambientales y sociales de todas las actividades humanas deben verse reflejados en la economía. “Una discusión de esta índole, que abarque a todos los actores –ruralistas, pequeños propietarios, ambientalistas, Secretaría de Agricultura, Secretaría de Medio Ambiente, Ministerio Público y científicos– se lleva adelante en el marco de un Proyecto Temático del BIOTA”, destacó.

Un préstamo del futuro

La elaboración del diagnóstico de América contó con el aporte de aproximadamente 120 autores en total. Se realizó una revisión de toda la literatura científica sobre el tema y también fueron considerados los informes de los gobiernos de todos los países participantes –alrededor de 30– y diálogos con representantes de pueblos indígenas.

El sumario para los tomadores de decisiones –tanto políticos del sector público como gestores ambientales del sector privado– se debatió ampliamente durante la reunión plenaria de la IPBES y lo aprobaron por los representantes de los gobiernos de todos los países.

En líneas generales, los cuatro diagnósticos regionales hacen hincapié en que la biodiversidad está declinando en todas las zonas del planeta, con lo cual disminuye significativamente a capacidad de la naturaleza para promover el bienestar humano. Esta tendencia constituye una amenaza a las economías, a los medios de subsistencia, a la seguridad alimentaria, a la cohesión social y a la calidad de vida.

Para Watson, el mensaje general apunta que “estamos tomando préstamos de las generaciones futuras para vivir bien hoy. Pero existen otras opciones”.

“No podemos tener desarrollo sin proteger la biodiversidad. Podemos hacerlo mejor creando políticas públicas, dejando de utilizar combustibles fósiles, reduciendo el consumo de carne, optando por el transporte público, evitando el desperdicio de recursos y produciendo comida, agua y energía de una manera más sostenible. El tiempo de actuar es ayer”, dijo Watson.

Los cuatro informes se elaboraron durante los últimos tres años, con la participación de 550 expertos de más de 100 países. “Los documentos constituyen el más completo análisis del estado del conocimiento actual sobre la biodiversidad, y esperamos que puedan contribuir a la elaboración de políticas públicas y en la agenda de desarrollo sostenible. Éste es el comienzo de una jornada que espero que sea larga y fructífera”, dijo Anne Larigauderie, secretaria ejecutiva de la IPBES.

Watson destacó también que la elaboración de los diagnósticos constituye tan sólo la primera parte de una larga jornada. Los representantes de los 129 países miembros de la IPBES ahora les llevarán el mensaje a los ministros de Estado relevantes en lo atinente a este tema. “También necesitamos la ayuda de la prensa y de los medios sociales para divulgar el mensaje”, dijo.

Puede obtenerse en más información sobre los diagnósticos: www.ipbes.net

 

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