Las áreas abandonadas y convertidas en pasturas del bioma brasileño conocido como Cerrado se transforman en una formación de vegetación densa pero pobre en biodiversidad, según señalan investigadores de Brasil (fotos: divulgación)

Una vez degradada, la sabana no se regenera naturalmente
15-03-2018
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Las áreas abandonadas y convertidas en pasturas del bioma brasileño conocido como Cerrado se transforman en una formación de vegetación densa pero pobre en biodiversidad, según señalan investigadores de Brasil

Una vez degradada, la sabana no se regenera naturalmente

Las áreas abandonadas y convertidas en pasturas del bioma brasileño conocido como Cerrado se transforman en una formación de vegetación densa pero pobre en biodiversidad, según señalan investigadores de Brasil

15-03-2018
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Las áreas abandonadas y convertidas en pasturas del bioma brasileño conocido como Cerrado se transforman en una formación de vegetación densa pero pobre en biodiversidad, según señalan investigadores de Brasil (fotos: divulgación)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Algunos de los más importantes ríos de Brasil –Xingú, Tocantins, Araguaia, São Francisco, Parnaíba, Gurupi, Jequitinhonha, Paraná y Paraguay, entre otros– nacen en el Cerrado, la sabana del país. Se trata de la única sabana del planeta dotada de ríos perenes. La rápida conversión del Cerrado brasileño en pasturas y labranzas, y el manejo inadecuado de las áreas preservadas, ponen en riesgo a este formidable recurso natural, en un país con el tercer potencial hidroeléctrico técnicamente aprovechable del mundo, y donde el 77,2% de la matriz eléctrica se abastece mediante hidroelectricidad.

Asimismo, la destrucción del Cerrado constituye una pérdida inestimable en términos de biodiversidad, pues a microescala, este bioma, que puede exhibir 35 especies distintas de plantas por metro cuadrado, es más rico en flora y fauna que el bosque tropical (lea en: agencia.fapesp.br/26085).

Es sabido que el Cerrado tiene un potencial de regeneración natural muy alto. Pero, ¿hasta qué punto llega su resiliencia? ¿Qué es necesario para que, una vez convertido en pastura, el Cerrado recupere su configuración natural? ¿Cuánto tiempo sería necesario a tal fin?

Un nuevo estudio, realizado en la Universidade Estadual Paulista (Unesp), Brasil, y con resultados publicados en Journal of Applied Ecology, apuntó a contestar estas preguntas.

“Nuestro esfuerzo inicial consistió en localizar en el estado de São Paulo las áreas de antiguas pasturas que ahora se encuentran en regeneración natural en la condición de ‘reserva legal’”, dijo la coordinadora del estudio, Giselda Durigan, docente del posgrado en Ciencia Forestal de la Unesp e investigadora del Instituto Forestal del Estado de São Paulo.

Este trabajo se realizó en el marco del doctorado de Mario Guilherme de Biagi Cava –bajo la dirección de tesis de Durigan–, contó con una beca de la FAPESP y también con el apoyo de una Ayuda a la Investigación otorgada al profesor Milton Cezar Ribeiro y una Beca Doctoral concedida a Natashi Aparecida Lima Pilon.

“Se localizaron más de 80 áreas, lo que de entrada pareció un dato bastante prometedor. Pero el entusiasmo inicial de mi dirigido se fue enfriando debido a la resistencia de los propietarios rurales a permitir el acceso a las áreas de muestreo. Y esto nos llevó a una primera constatación: la que indica que el rigor de las leyes brasileñas de preservación no ha sido acompañado por la necesaria asistencia que debería brindarles el poder público a los particulares para la restauración de la vegetación”, dijo.

Pese al interés social de una investigación como ésta, la oposición de los propietarios rurales hizo con que el muestro se achicase a 29 áreas de Cerrado que se habían transformado en áreas de pasturas, y que posteriormente fueron incorporadas como unidades de conservación o reservas legales de empresas de reforestación, centrales azucareras y de etanol y propiedades agropecuarias.

En ellas tuvo lugar el mapeo de la vegetación, tanto de los árboles como de las plantas pequeñas que componen el estrato herbáceo-arbustivo y que constituyen la mayor riqueza de la flora del Cerrado. Pese a estar situadas en regiones distintas, esas 29 áreas, con edades que variaban de los cuatro a los 25 años, quedaron ordenadas en una secuencia cronológica en lo que se refiere a su estadio de regeneración.

“Para resumir nuestros resultados de manera bastante simplificada, descubrimos que el estrato arbóreo se recupera, e incluso con mucha facilidad. Pero una vez eliminada la vegetación rastrera o de pequeño porte que compone el estrato herbáceo-arbustivo y que contiene la mayor parte de las especies endémicas, ésta no se regenera. Entonces, cuando las pasturas son sencillamente abandonadas, esas áreas se transforman al cabo de algún tiempo en lo que se conoce en Brasil con el nombre de cerradão, que es una formación caracterizada por vegetación muy densificada, con gran predominio de árboles y pobre en biodiversidad”, afirmó Durigan.

Los árboles se recuperan, pues poseen raíces muy profundas y han evolucionado en el transcurso de millones de años desarrollando la capacidad de rebrotar en incontables ocasiones.

“Quien intenta implantar pasturas en el Cerrado sabe que el costo mayor de mantenimiento es a la hora de rozar. Sin desmalezar al menos de dos en dos años, la vegetación arbórea vuelve a imponerse. No es posible eliminarla ni siquiera aplicando herbicidas”, dijo Durigan.

Pero el estrato herbáceo-arbustivo, que es removido para la implantación de pastos, no se recompone, debido a la invasión de los terrenos por gramíneas exóticas sumamente resistentes y agresivas: las del género Brachiaria.

“Éstas sólo desaparecen con la sombra causada por la densificación de los árboles. Pero cuando desaparecen las gramíneas exóticas, las plantas originarias de pequeño porte, que fueron completamente erradicadas por los herbicidas, por el desmalezamiento y por la competencia con las gramíneas Brachiaria y que no toleran la sombra, tampoco vuelven más”, prosiguió la investigadora.

Para hacer que el área volviera constituirse como sabana típica, sería necesario eliminar las gramíneas exóticas, con un manejo con fuego asociado a herbicidas y, posteriormente, reintroducir las especies nativas. Pero ésta es una operación difícil y cara, que con los recursos actuales no puede llevarse a cabo a larga escala.

“Hemos investigado distintas técnicas tendientes a promover la recuperación. Con semillas se hace necesaria una cantidad gigantesca, que no existe siquiera de dónde sacarlas. Lo que ha tenido mucho éxito a escala experimental ha sido el trasplante del estrato herbáceo-arbustivo: la capa superficial del suelo acompañada de pastos y de pequeñas plantas”, dijo Durigan.

“El gran problema reside en que, en el estado de São Paulo, ya no existen áreas que sirvan como fuente para ello. Lo que sobró de Cerrado abierto ha sido invadido por gramíneas exóticas. Entonces, cuando se trasplanta la capa superficial del suelo, las gramíneas Brachiaria van juntas. Esto ocurre incluso en las áreas protegidas”, añadió.

El bosque degradado

El estudio realizado en la Unesp permitió consolidar un diagnóstico y efectuar predicciones. Espontáneamente, una vez degradada, la sabana típica no se recompone totalmente. Para que un área de pastos vuelva a ser un cerrado típico, con riqueza de biodiversidad, con su flora característica y con hábitats para la fauna especializada de sabana, es necesario un manejo humano: no se puede dejar que la densificación de los árboles pase del umbral de 15 metros cuadrados por hectárea. Es necesario erradicar el pasto exótico, y se debe reintroducir el estrato herbáceo-arbustivo autóctono.

Al evolucionar espontáneamente, sin manejo, en 49 años la vegetación arbórea en las antiguas áreas de pasturas se transforma en el llamado cerradão. La cobertura dispersa del suelo característica del cerradão se alcanza en cuatro años, y a la biodiversidad pobre del estrato herbáceo se llega en 19 años. “Ese proceso es rápido, pero los resultados no son los que buscamos. El cerradão no se distingue de un bosque degradado”, dijo Durigan.

Dos años después del estudio, durante la segunda etapa del doctorado de De Biagi Cava, los investigadores están regresando a las mismas áreas, ahora a comienzos de 2018, para medir todo nuevamente y obtener la tasa precisa de aumento de cobertura, densidad y biodiversidad.

“Esos valores precisos nos permitirán saber con exactitud cuál es el potencial de regeneración de las diferentes áreas y cuáles son los factores favorables. ¿Es el tipo de suelo? ¿Es la distancia a una fuente de semillas? ¿Es la cercanía de recursos hídricos? Se considerarán todos estos parámetros”, dijo Durigan.

El investigador afirmó que el artículo publicado por su grupo es sumamente innovador, pues no existe nadie en otros países que aborde la recuperación de las sabanas.

“Sucede que aún no ha ocurrido en África ni en Australia un proceso similar al que estamos viviendo acá, de conversión de la sabana en pasturas extensivas y en grandes cultivos de soja, caña de azúcar o maíz. En África, las sabanas están muy degradadas, pero debido al sobrepastoreo, a la explotación de leña y a otras acciones cuyos impactos son menos visibles a corto plazo. En Brasil estamos presenciando transformaciones que suceden de un día para el otro”, comentó la investigadora.

El artículo intitulado Abandoned pastures cannot spontaneously recover the attributes of old-growth savanas (doi: 10.1111/1365-2664.13046), de Mario G. B. Cava, Natashi A. L. Pilon, Milton Cezar Ribeiro y Giselda Durigan, está publicado en el siguiente enlace: onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1365-2664.13046/full.   

 

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