Brasil debe implementar urgentemente un plan de manejo a los efectos de evitar de que este problema salga de control, plantean investigadores (imagen: divulgación)
Brasil debe implementar urgentemente un plan de manejo a los efectos de evitar de que este problema salga de control, plantean investigadores
Brasil debe implementar urgentemente un plan de manejo a los efectos de evitar de que este problema salga de control, plantean investigadores
Brasil debe implementar urgentemente un plan de manejo a los efectos de evitar de que este problema salga de control, plantean investigadores (imagen: divulgación)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – El aumento de la resistencia a los insecticidas ha venido dificultando el control de las plagas agrícolas en distintas partes del mundo. Y uno de los motivos de dicho aumento es el uso indiscriminado de esos mismos productos agroquímicos en los cultivos.
Según los expertos, Brasil ha venido padeciendo sobremanera este problema que, de no controlárselo, puede afectar la productividad del sector. Con el fin de evitar que el aumento de la resistencia de las plagas agrícolas en el país supere un umbral a partir del cual no será más posible controlarlo, urge implementar un plan de manejo integrado de plagas, según consignaron los investigadores que participaron en el Workshop FAPESP-BBSRC Antimicrobial Resistance (AMR) and Insect Pest Resistance in Agriculture, realizado entre los días 5 y 6 de octubre pasado en la sede de la FAPESP, en São Paulo, Brasil.
Este evento, organizado por la FAPESP en colaboración con el Biotechnology and Biological Sciences Research Council (BBSRC) –uno de los Consejos de Investigación del Reino Unido (RCUK)–, tuvo entre sus objetivos debatir los avances en la investigación tendiente a controlar la resistencia antimicrobiana y de las plagas a los insecticidas en la agricultura.
Durante el mismo, también se emitió una nueva convocatoria a la presentación de propuestas de la FAPESP en colaboración con el BBSRC para apoyar investigaciones en las referidas áreas.
“El factor determinante de la evolución de la resistencia de una plaga a un insecticida es la presión de selección, es decir, el uso continuo de un mismo producto sin la implementación efectiva de estrategias de manejo de la resistencia”, declaró a Agência FAPESP Celso Omoto, docente de la Escuela de Agricultura “Luiz de Queiroz” de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), en Brasil.
“Esto hace que aumente la proporción de ejemplares resistentes en el campo, los cuales al reproducirse transmiten los genes responsables de la resistencia a sus descendientes, y gradualmente, la población de esa plaga deja de ser controlada eficientemente con el insecticida”, explicó.
Este problema es más grave aún en países de agricultura tropical, tal como es el caso de Brasil, que permiten el cultivo de cultivos tales como el maíz, la soja y el algodón todo el año. De este modo, el uso de insecticidas en el combate contra las plagas agrícolas en el país se intensifica y el problema de la resistencia de esos insectos a esos productos crece a gran velocidad.
“Para realizar el manejo de la resistencia se debe implementar el llamado Manejo Integrado de Plagas o MIP. La I de esa sigla se refiere a la integración de distintas tácticas de control; pero en Brasil la gente cree que es la I de insecticidas y, por comodidad, terminan haciéndose un manejo de plagas sólo con insecticidas”, dijo Omoto.
De acuerdo con datos de investigadores del área, durante los últimos 12 años, la utilización de agroquímicos en Brasil aumentó un 172%, mientras que en el resto del mundo dicho crecimiento fue del 90%.
En 2012, por ejemplo, se gastaron 9.700 millones de reales con productos agroquímicos en Brasil. En tanto, en 2014, dicho gastó trepó a 12.000 millones de reales, de los cuales 4.600 millones se destinaron a la compra de insecticidas.
Uno de los factores que han contribuido al aumento del uso de insecticidas y que han dificultado el control de las plagas agrícolas en Brasil, según el investigador, es la ampliación del sistema de agricultura irrigada. Este sistema, muy incentivado mediante programas gubernamentales durante los últimos años, permite el cultivo de arroz, maíz y soja, por ejemplo, durante los períodos invernales y con un alto valor agregado.
Con todo, este sistema da origen a “islas verdes”, donde se concentran los cultivos y, por consiguiente, las plagas agrícolas. De ese modo, la cantidad de fumigaciones con insecticidas en esas áreas es mucho mayor que en épocas de cultivo normal.
“La selección de ejemplares resistentes a los insecticidas en esas ‘islas verdes’ es muy grande. Y son esos ejemplares sobrevivientes a la acción de los insecticidas en esos sitios los que colonizarán la primera cosecha, que es la más importante para la mayoría de los productores”, dijo Omoto.
Transgénicos y otras estrategias
Una de las formas de reducir el uso de insecticidas en las cultivos brasileños, y por consiguiente disminuir la resistencia de las plagas a estos productos, consistiría en usar en forma racional variedades transgénicas de cultivos que expresan proteínas con acción insecticida obtenidas de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt).
Con la disminución del uso de insecticidas mediante el uso de estos cultivos genéticamente modificados para controlar las plagas, sería posible asegurar la supervivencia de enemigos naturales de estos insectos en los cultivos, lo que constituye el control natural, explicó Omoto.
“Australia implementó un programa de MIP que es un ejemplo mundial. Dicho programa hizo posible disminuir la aplicación de insecticidas y permitió la supervivencia de enemigos naturales de las plagas agrícolas en los cultivos mediante el uso racional de la tecnología Bt para el cultivo del algodón, integrado a otras estrategias de manejo de plagas. En Brasil eso también es posible. Pero para ello es también necesario hacer uso de las tecnologías Bt disponibles adecuadamente”, dijo.
Al utilizar cultivos transgénicos resistentes contra los insectos sin tomar otras medidas tendientes a la gestión integrada de plagas, tales como el uso de áreas de refugio en el cultivo, el riesgo de evolución de la resistencia es alto, pues la planta transgénica expresa la proteína insecticida Bt continuamente. De esta forma, la presión de selección es bastante alta.
“En las áreas de refugio se cultivan plantas no Bt para que produzcan ejemplares susceptibles a la tecnología Bt. Al cruzarlos con los ejemplares resistentes, es posible romper la resistencia de los insectos plaga a esas proteínas con acción insecticida”, dijo Omoto.
Otras estrategias de manejo de plagas debatidas durante el evento fueron el control biológico –la exploración, la cría y la suelta en cultivos de enemigos naturales de los organismos que atacan a los cultivos agrícolas– y la edición del genoma de los insectos plagas.
Un grupo de investigadores del Rothamsted Research, de Inglaterra, ha desarrollado un programa de investigación denominado “Protección inteligente de cultivos”, en cuyo marco se pretende monitorear y prever la propagación de plagas, malezas y enfermedades en tiempo real y combinar soluciones genéticas, químicas y ecológicas y estrategias agronómicas para la protección inteligente de los cultivos.
“Algunos de los principios de este programa de investigación indican que las estrategias de protección de cultivos dominados por pesticidas actualmente no son sostenibles, y que la protección de los cultivos de la próxima generación requiere de nuevos blancos y de nuevas intervenciones”, dijo Mike Bikertt, investigador del centro inglés.
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