Un estudio realizado en el Parque Nacional Yanachaga, en Perú, correlacionó cambios en el comportamiento de aves y pequeños mamíferos con la ionización de la atmósfera causada por la fricción subterránea de las rocas (Paujil [Mitu Tuberosum] filmado con una cámara tipo 'motion-triggered'/ foto: TEAN Network; teamnetwork.org)

Una alteración en la conducta de los animales avisa antes la llegada de terremotos
21-05-2015

Un estudio correlacionó cambios en el comportamiento de aves y mamíferos con la ionización de la atmósfera causada por la fricción subterránea de las rocas

Una alteración en la conducta de los animales avisa antes la llegada de terremotos

Un estudio correlacionó cambios en el comportamiento de aves y mamíferos con la ionización de la atmósfera causada por la fricción subterránea de las rocas

21-05-2015

Un estudio realizado en el Parque Nacional Yanachaga, en Perú, correlacionó cambios en el comportamiento de aves y pequeños mamíferos con la ionización de la atmósfera causada por la fricción subterránea de las rocas (Paujil [Mitu Tuberosum] filmado con una cámara tipo 'motion-triggered'/ foto: TEAN Network; teamnetwork.org)

 

Por José Tadeu Arantes

Agência FAPESP – Se conoce el dato de que alteraciones en el comportamiento de los animales indican con horas o días de antelación eventos tales como terremotos. Y se notició especialmente la estampida de los elefantes asiáticos hacia tierras altas con ocasión del terremoto seguido por un tsunami el 26 de diciembre de 2004. Muchas vidas humanas se salvaron gracias a ello. Pero dichos eventos aún no habían sido documentados de manera rigurosa y conclusiva. Ni había sido establecida una correlación de causa y efecto entre esa modificación del comportamiento animal y fenómenos físicos mensurables.

Pero esto se ha concretado ahora, en el marco de una investigación realizada por Rachel Grant, de la Anglia Ruskin University (Reino Unido), Friedemann Freund, de la agencia espacial Nasa (Estados Unidos), y Jean-Pierre Raulin, del Centro de Radioastronomía y Astrofísica Mackenzie (Brasil). Y se ha publicado en un artículo donde se relata el estudio, intitulado “Changes in Animal Activity Prior to a Major (M=7) Earthcuake in the Peruvian Andes”, en la revista Physics and Chemistry of the Earth.

El físico Jean-Pierre Raulin, docente de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, participó en dicho estudio en el marco del proyecto de investigación intitulado “Monitoreo de la actividad solar y de la Anomalía Magnética del Atlántico Sur (AMAS) utilizando una red de receptores de ondas de muy baja frecuencia (VLF) - SAVNET - South América VLF network”, que contó con el apoyo de la FAPESP.

“En nuestro estudio correlacionamos alteraciones en el comportamiento de aves y pequeños mamíferos del Parque Nacional Yanachaga, en Perú, con alteraciones en la ionósfera terrestre, ambos fenómenos verificados varios días antes del terremoto Contamana, de 7,0 grados de magnitud en la escala Richter, que ocurrió en los Andes peruanos en 2011”, declaró Raulin a Agência FAPESP.

Los animales fueron monitoreados con un conjunto de cámaras. “Para no interferir en su comportamiento, las cámaras se accionaban automáticamente al momento en que el animal pasaba por delante de ellas y registraban su paso a través del flash de luz infrarroja”, detalló el investigador. Durante un día común, cada animal era avistado entre cinco y 15 veces. Pero en el lapso de 23 días antes del terremoto, la cantidad de avistamientos por animal cayó a cinco o menos. Y durante cinco de los siete días inmediatamente anteriores al evento sísmico, no se registró ningún movimiento de animales.

Durante esa misma época, mediante el monitoreo de las propiedades de propagación de las ondas de radio de muy baja frecuencia (VLF), los científicos detectaron perturbaciones en la ionósfera sobre el área situada alrededor del epicentro dos semanas antes del terremoto. Una alteración especialmente grande de la ionósfera se registró ocho días antes del terremoto, que coincidió con la segunda merma de avistamiento de animales.

Los científicos plantearon una explicación capaz de correlacionar ambos fenómenos. Según ellos, la formación masiva de iones positivos, causada por la fricción subterránea de las rocas durante el período anterior al terremoto, habría provocado tanto las perturbaciones medidas en la ionósfera como la alteración en el comportamiento de los animales. La fricción es el resultado de la subducción o el deslizamiento de la placa tectónica de Nazca debajo de la placa tectónica continental.

Se sabe que la mayor concentración de iones positivos en la atmósfera provoca –ya sea en animales o en humanos– un incremento de los niveles de serotonina en el torrente sanguíneo. Esto deriva en el denominado “síndrome de la serotonina”, caracterizado por una mayor agitación, hiperactividad y confusión. Este fenómeno es análogo a la inquietud, fácilmente perceptible en humanos, que sucede antes de las tempestades, cuando la concentración de electrones en las bases de las nubes también provoca una acumulación de iones positivos en la capa de la atmósfera cercana al suelo y genera un intenso campo eléctrico en el espacio intermedio.

“En el caso de los terremotos, las cargas positivas que se forman en el subsuelo debido al estrés de las rocas migran rápidamente hacia la superficie y tienen como resultado una ionización masiva de moléculas del aire. En el lapso de algunas horas, los iones positivos que así se forman llegan a la base de la ionósfera, ubicada a unos 70 kilómetros por encima del suelo. Ese aporte masivo de iones habría provocado las fluctuaciones de la densidad electrónica en la baja ionósfera que nosotros detectamos. Por otra parte, durante el tránsito subterráneo de las cargas positivas, debido a una especie de ‘efecto punta’, la ionización tiende a acumularse cerca de las elevaciones topográficas locales, exactamente donde se encontraban dispuestas las cámaras. Nuestra hipótesis indicaba que, para librarse de los síntomas indeseables del síndrome de la serotonina, los animales huyeron hacia áreas más bajas, en donde la ionización no es tan significativa”, explicó Raulin.

“Creemos que ambas anomalías surgieron a partir de una sola causa: la actividad sísmica provoca el estrés en la corteza terrestre y deriva entre otras cosas en una enorme ionización de la interfaz suelo-aire. Esperamos que nuestro trabajo pueda estimular aún más la investigación en el área, que cuenta con potencial para ayudar en los pronósticos de corto plazo de riesgos sísmicos”, declaró Rachel Grant, la principal autora del artículo.

Independientemente de la observación del comportamiento animal, los resultados obtenidos muestran que el pronóstico de terremotos podría hacerse también mediante la detección de la ionización del aire, con el monitoreo del campo eléctrico atmosférico. “Contamos con detectores instalados en Brasil, en Perú y en Argentina. Y pretendemos instalar en breve sensores de campo eléctrico atmosférico en los lugares proclives a actividades sísmicas importantes. Esto nos otorgaría una previsibilidad del orden de las dos semanas, o incluso más. En la oportunidad del terremoto de Haití, en enero de 2010, la rede SAVNET había detectado fluctuaciones en la ionósfera con 12 días de antelación, y esos resultados se publicaron en la revista NHESS – Natural Hazards and Earth System Sciences”, afirmó Raulin.

 

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