Como consecuencia de la acción humana, el mayor bosque tropical del mundo ya ha perdido un 30 % de su capacidad de retener CO2. Este fue el tema del debate de un webinario realizado con motivo de la celebración del 60º de la FAPESP y organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo, en Brasil (foto: Vinícius Mendonça/Ibama)

Amazonia: la degradación de la selva remanente puede emitir tanto o más carbono que la deforestación
28-07-2022
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Como consecuencia de la acción humana, el mayor bosque tropical del mundo ya ha perdido un 30 % de su capacidad de retener CO2. Este fue el tema del debate de un webinario realizado con motivo de la celebración del 60º de la FAPESP y organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo, en Brasil

Amazonia: la degradación de la selva remanente puede emitir tanto o más carbono que la deforestación

Como consecuencia de la acción humana, el mayor bosque tropical del mundo ya ha perdido un 30 % de su capacidad de retener CO2. Este fue el tema del debate de un webinario realizado con motivo de la celebración del 60º de la FAPESP y organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo, en Brasil

28-07-2022
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Como consecuencia de la acción humana, el mayor bosque tropical del mundo ya ha perdido un 30 % de su capacidad de retener CO2. Este fue el tema del debate de un webinario realizado con motivo de la celebración del 60º de la FAPESP y organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo, en Brasil (foto: Vinícius Mendonça/Ibama)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Desde el comienzo de este siglo, la Amazonia ha perdido alrededor del 30 % de su capacidad de retener dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases de efecto invernadero. De mantenerse la actual política, que favorece e incluso promueve la deforestación y la degradación de las áreas de selva remanentes, esa capacidad puede desaparecer para el final de la próxima década: la Amazonia dejaría de ser un sumidero de carbono para convertirse en emisora del mismo.

Esta fue la advertencia que realizó el científico David Montenegro Lapola, del Centro de Investigaciones Meteorológicas y Climáticas Aplicadas a la Agricultura de la Universidad de Campinas (Cepagri-Unicamp), en Brasil, el pasado día 6 de julio, en el marco de un webinario organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo (Aciesp) para celebrar el 60º aniversario de la FAPESP.

Aparte del desmonte, existe otro factor de impacto menos conocido que es la degradación de la selva remanente. “Si se considera la degradación provocada por la sequía, la degradación debido al fuego, la degradación por la tala selectiva de madera y la degradación por el llamado efecto de borde, entre el 4 % el 38 % de la selva remanente se encuentra degradado, con emisiones de CO2 equivalentes o incluso mayores que las de las áreas deforestadas”, dijo Montenegro Lapola, quien hizo hincapié en la necesidad de elaborar un nuevo paradigma de desarrollo capaz de revertir el curso de la destrucción y salvar la selva.

En noviembre del año pasado, durante la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), el ministro de Medio Ambiente de Brasil, Joaquim Leite, declaró que el gobierno nacional había decidido ir más allá de las leyes y las políticas existentes y se comprometía a eliminar la deforestación ilegal en la Amazonia para el año 2028. Sin embargo, datos divulgados por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués) indican que solamente en el primer semestre de 2022 se destruyeron 3.971 kilómetros cuadrados (km2) de la denominada Amazonia Legal Brasileña, un área de 5 millones de km2 que abarca nueve estados del país, definida por ley federal a los efectos de implementar políticas especiales de desarrollo socioeconómico y protección ambiental. 

El desmonte registrado en junio de este año fue el mayor para ese mes desde que el instituto inició el monitoreo, en agosto de 2015. Aproximadamente un 90 % de esa desforestación corresponde a talas ilegales.

Los estudios más consistentes muestran que la contención del calentamiento global por debajo de los 2 °C, preferentemente hasta 1,5 °C en comparación con los niveles preindustriales, constituye la única manera de evitar la catástrofe climática. Y esta orientación se estipuló en el marco del acuerdo de París, que entró en vigencia a finales de 2016. Con todo, pasados más de cinco años, los datos muestran que estamos yendo hacia un aumento de 3 °C, con una notable irresponsabilidad de diversos gobiernos y ante la indiferencia de buena parte de la población.

La implementación de las metas acordadas en París depende de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus iniciales en inglés) de cada país signatario del acuerdo. En la primera versión de la NDC brasileña, en 2015, el país asumió la meta de disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) un 37 % para 2025 y un 43 % para 2030, tomando como base las emisiones de 2005. En la revisión de la NDC, publicada a finales de 2020, esos porcentajes se mantuvieron, pero los valores considerados como base de cálculo fueron más altos que los que se habían utilizado en la NDC original. Es decir que no solamente no se mejoraron las metas, tal como sería deseable, sino que también en los números que se presentaron se enmascaró un aumento real de las emisiones. La promesa que efectuó el ministro en la COP26, de disminuir un 50 % las emisiones de GEI para el año 2030, por ende, carece de respaldo en medidas concretas.

La mayor amenaza de la historia

El objetivo del webinario, intitulado Cambios climáticos globales. Impactos y estrategias de mitigación y adaptación, y organizado por la Aciesp, consistió en presentar y debatir el segundo capítulo del libro FAPESP 60 anos: A ciência no desenvolvimento nacional [60º aniversario de la FAPESP: la ciencia en el desarrollo nacional brasileño].

La apertura estuvo a cargo de Adriano Andricopulo, director ejecutivo de la Aciesp, Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP, y Paulo Artaxo, integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), vicepresidente de la Aciesp y miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG). 

Además de Montenegro Lapola, participaron en carácter de disertantes Gabriela Marques Di Giulio, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP), Pedro Leite da Silva Dias, del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas (IAG) de la USP, y Mercedes Bustamante, del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Brasilia (ICB-UnB).

Las dimensiones humanas de los cambios climáticos constituyeron el objeto de la intervención de Marques Di Giulio, quien abordó la manera en que las sociedades deben estructurar sus políticas públicas para responder a los riesgos sociales en curso. “Existe una necesidad de implementar acciones transformativas en todas las dimensiones, y fundamentalmente en lo que hace a una urgente sustitución de ese modelo predatorio y de expoliación de la naturaleza por un modelo basado en la solidaridad, el respeto a la diversidad biológica y la justicia social”, afirmó la investigadora, quien a su vez recordó que en la actualidad hay casi 35 millones de brasileños sin acceso al agua tratada y alrededor de 100 millones sin acceso al alcantarillado.

“Otro desafío es el de la seguridad alimentaria, en este momento en que Brasil vuelve con mucha fuerza a estar presente en el mapa del hambre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Hay más de 125 millones de brasileños y brasileñas en situación de inseguridad alimentaria y más de 33 millones en situación de hambre”, informó.

Leite da Silva Dias abordó los desafíos del modelado frente a la enorme complejidad del sistema climático y las influencias antropogénicas. “Existen dos formas principales de hacer frente a los mecanismos responsables de la variabilidad del clima y el potencial papel del hombre: el modelado climático de un sistema extremadamente complejo y el análisis observacional del período y de estimadores del clima pasado, el paleoclima. Ambos son complementarios y deben andar juntos”, sostuvo, poniendo de relieve que es necesario cotejar y seleccionar los mejores modelos, que sean capaces de reproducir bien el clima actual.

Bustamante asoció dos procesos sumamente importantes y actualmente en curso: los cambios climáticos y la declinación de la biodiversidad, e hizo hincapié en que la elevación de cada fracción de grado redunda en una intensificación de los eventos climáticos extremos, con múltiples riesgos, y en que los impactos serán enormes si el calentamiento global sobrepasa 1,5 °C. “El calentamiento global constituye la mayor amenaza a la diversidad biológica en la historia humana”, dijo.

La investigadora recordó que Brasil posee extraordinarios activos ambientales, que deberían erigirse como una oportunidad para elaborar una nueva agenda de desarrollo. Exactamente lo contrario de lo que está haciéndose.

Puede accederse al webinario “Cambios climáticos globales. Impactos y estrategias de mitigación y adaptación” completo en el siguiente enlace: www.youtube.com/watch?v=0XEw7wATBWs
 

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