Un estudio de campo a cargo de científicos brasileños muestra que estos grandes mamíferos ayudan a balancear áreas con distintos niveles de productividad dentro de biomas como el Bosque Atlántico, y a estructurar espacialmente las comunidades de plantas (Tayassu peccari, popularmente conocido como pecarí barbiblanco; foto: João Paulo Krajewski)

Los tapires y los pecaríes son especies claves en el equilibrio de las selvas neotropicales
27-01-2022

Un estudio de campo a cargo de científicos brasileños muestra que estos grandes mamíferos ayudan a balancear áreas con distintos niveles de productividad dentro de biomas como el Bosque Atlántico, y a estructurar espacialmente las comunidades de plantas.

Los tapires y los pecaríes son especies claves en el equilibrio de las selvas neotropicales

Un estudio de campo a cargo de científicos brasileños muestra que estos grandes mamíferos ayudan a balancear áreas con distintos niveles de productividad dentro de biomas como el Bosque Atlántico, y a estructurar espacialmente las comunidades de plantas.

27-01-2022

Un estudio de campo a cargo de científicos brasileños muestra que estos grandes mamíferos ayudan a balancear áreas con distintos niveles de productividad dentro de biomas como el Bosque Atlántico, y a estructurar espacialmente las comunidades de plantas (Tayassu peccari, popularmente conocido como pecarí barbiblanco; foto: João Paulo Krajewski)

 

Por Luciana Constantino | Agência FAPESP – Un estudio realizado por investigadores de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en Brasil, muestra que los grandes mamíferos generan un fuerte impacto sobre la diversidad de plantas, la productividad primaria y la biomasa vegetal existente en los sotobosques de las selvas neotropicales. Especies tales como el tapir amazónico (Tapirus terrestris) y el pecarí barbiblanco (Tayassu peccari) ayudan a equilibrar áreas con distintos niveles de productividad dentro de formaciones como el Bosque Atlántico, y estructuran espacialmente las comunidades de plantas.

Este trabajo también muestra que estos dos mamíferos herbívoros considerados “claves” ejercen funciones complementarias. El tapir amazónico aporta a la regulación de la diversidad de plantas y el pecarí barbiblanco hace lo propio al respecto de la productividad, la biomasa y la densidad de plántulas en el sotobosque. En el proceso de regulación espacial, la palmera Euterpe edulis, conocida como palmito dulce, cumple un rol esencial al atraer a los animales con su enorme cantidad de frutos.

De acuerdo con esta investigación, publicada en la revista científica Perspectives in Ecology and Conservation, estos animales, al consumir semillas, desplazarse, pisotear el suelo y esparcir una gran cantidad de excrementos y orina, generan un fuerte impacto en la selva, incrementan la productividad hasta un 185 % en áreas menos productivas y la reducen más de un 190 % en los lugares más productivos. Como resultado de ello, las diferencias de productividad entre los hábitats se equilibran.

En la mayoría de los casos, el tapir amazónico se traga las semillas prácticamente enteras, al masticar únicamente pulpas de los frutos. Esto hace que muchas semillas pasen casi intactas por el tracto digestivo del animal y lleguen al suelo listas para germinar. Como generalmente el animal defeca en lugares distantes, lleva las semillas de un lado a otro del bosque alterando la composición y la diversidad de las comunidades de plantas.

En tanto, los pecaríes barbiblancos mastican semillas y plantas jóvenes, y esta acción, aliada al pisoteo, ayuda a reducir la densidad de la vegetación en el sotobosque. Estos procesos, combinados con la deposición de excrementos y la orina, pueden ser los responsables de las modificaciones en la productividad primaria (esto es, la velocidad de producción de nueva materia vegetal, íntimamente ligada entre otras cosas al flujo de carbono existente en el ecosistema).

“Aún poco explorada y conocida, esta estructuración espacial es fundamental para entender qué especies son las verdaderas ‘ingenieras’ de la selva, a las que los científicos denominan ‘especies fundadoras o especies claves’. En este trabajo hemos observado de qué manera los mamíferos están afectando de diversos modos la dinámica de los bosques. Dependiendo de la cantidad de palmeras, estos intensifican o menguan la productividad con efectos sobre la cantidad de especies, de manera tal que las desigualdades se equilibran”, explica el investigador Nacho Villar, primer autor del artículo y becario de posdoctorado de la FAPESP en el Instituto de Biociencias (IB-Unesp), en la localidad de Rio Claro.

La investigación también contó con apoyo en el marco de otros dos proyectos (expedientes 14/01986-0 y 07/03392-6 coordinados por el profesor del IB-Unesp Mauro Galetti en el ámbito del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP). 

“Los censos florísticos muestran que en las selvas neotropicales como el Bosque Atlántico o la Amazonia, las especies de palmeras son dominantes en términos de abundancia. Los tapires y los pecaríes se encuentran bien distribuidos en los neotrópicos. Por ende, es probable que nuestros resultados sean extensibles a muchos otros bosques del sur y del centro del continente americano”, afirma Villar en entrevista concedida a Agência FAPESP.

El investigador también destaca que ese “trípode” existente entre las dos especies de animales y la palmera dulce es clave en términos ecológicos para la biodiversidad y la productividad del Bosque Atlántico, de allí la importancia de que no desaparezcan. “Es posible que alteraciones profundas en la productividad primaria causadas por la defaunación de grandes mamíferos tengan un impacto sobre la capacidad de la selva para capturar carbono”, añade.

Según el investigador, diversos estudios han demostrado que los grandes mamíferos pueden estimular la productividad primaria en áreas de praderas dominadas por gramíneas, tales como las sabanas africanas, pero los trabajos del grupo que él integra apuntan que esto también puede suceder en las selvas tropicales.

En tal sentido, la investigación destaca que la extinción de estos grandes mamíferos, la remoción ilegal de palmeras dulces para el consumo humano y la deforestación pueden derivar en alteraciones importantes en la estructura, la biomasa y la diversidad de las selvas neotropicales.

De acuerdo con la fundación SOS Mata Atlântica, queda en Brasil actualmente solo un 12,4 % de la vegetación original del bioma Bosque Atlántico. En el estado de São Paulo, entre 2019 y 2020, la deforestación aumentó un 406% en comparación con el período anterior: trepó de 43 hectáreas devastadas durante el año a 218 hectáreas. Y los tapires y los pecaríes barbiblancos son allí considerados especies en peligro de extinción (la lista aparece aquí: http://dobuscadirecta.imprensaoficial.com.br/default.aspx?DataPublicacao=20181129&Caderno=DOE-I&NumeroPagina=1.

“Supimos en 2019, por información de un gestor de un parque estadual en São Paulo, que en una semana se talaron muchas palmeras de palmitos adultas. Esto altera el bosque, pues deja de existir tal como lo conocemos. Es algo similar a los cambios climáticos: la gente tiene la impresión de que no está sucediendo nada, pero sí que lo está. Es una tragedia”, dice.

Los resultados de esta investigación se dieron a conocer en medio de las discusiones de la Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP15 CDB), cuya primera etapa se realizó virtualmente en octubre pasado y la segunda fase está prevista para este año 2022. En dicho evento, se creó un fondo para la biodiversidad, que hará posible la implementación de acciones tendientes a la protección y la recuperación de ecosistemas. En tanto, los impactos de los cambios climáticos y las formas de mitigarlos constituyeron el tema de las dos semanas de debate en Glasgow, durante la COP26, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambios climáticos, realizada entre el final de octubre y el comienzo de noviembre del año pasado.

El conocimiento acumulado

Los estudios del grupo de investigadores de la Unesp se llevan adelante desde hace al menos diez años. Y redundaron en la publicación de otros artículos, entre los cuales el que constató por primera vez la importancia de los tapires amazónicos y los pecaríes barbiblancos para el ciclo de nitrógeno en las selvas tropicales. En ese trabajo se arribó a la conclusión de que en áreas donde no habitan estos animales la cantidad de amoníaco era hasta un 95 % menor, lo que reduce la fertilidad del suelo. El patrón de interacción entre las palmeras y los grandes mamíferos en el ciclo del nitrógeno se encuadra ahora en los resultados de la productividad primaria informados en el nuevo trabajo, reforzando el modelo de “sitios de fructificación”.

Otra investigación del grupo ya había señalado el papel de los tapires y los pecaríes en la diversidad y la abundancia de especies vegetales (lea más en: https://agencia.fapesp.br/31857/), otro punto confirmado en el último paper.

Y más recientemente, un artículo firmado por Villar y por la investigadora Patrícia Medici demostró que las áreas en donde estos animales habitan en el Bosque Atlántico exhibieron una menor pérdida de diversidad que zonas cercadas en donde estos mamíferos son excluidos, lo cual pone de relieve la importancia de la conservación y la reintroducción de estos animales como medida de combate contra los efectos de los cambios globales en los bosques.

Medici, quien es coordinadora de la Iniciativa para la Conservación del Tapir Brasileño (Incab) –responsable del mayor banco de datos sobre la especie existente en el mundo–, recibió en el año 2020 el Whitley Gold Award, un premio otorgado por el Whitley Fund for Nature.

El método

Para analizar los efectos en las comunidades de plantas tropicales y la productividad primaria, el grupo llevó a cabo una serie de experimentos de exclusión de grandes herbívoros replicados en dos áreas de Bosque Atlántico: una sin los animales (defaunada) y otra con la presencia de estos (no defaunada).

Dichas áreas, situadas en el Parque Estadual Serra do Mar, en São Paulo, quedaron separadas por 15 kilómetros (km) y divididas por una carretera (BR-383). En cada una de ellas, se monitorearon 15 pares de parcelas, lo que incluyó un control abierto a las actividades de los grandes mamíferos y otro cerrado. Dentro de cada par de parcelas (abierta y cerrada), se midieron el daño de plantines artificiales, el reclutamiento de plantines, la biomasa vegetal y la riqueza de especies en tres subparcelas distintas de un metro cuadrado (m²) cada seis meses. La estructura forestal se midió en un radio de 10 m desde el centro de las parcelas experimentales.

Este diseño hizo posible concretar un doble control con el objetivo de comparar los efectos de la exclusión en las áreas defaunadas (sin tapires ni pecaríes) con los de lugares en donde esas dos especies se encuentran presentes. Los investigadores detectaron que animales tales como los agutíes, los pecaríes de collar y los venados no causan impactos en el ambiente con igual intensidad que los tapires amazónicos y pecaríes barbiblancos.

“En el artículo hicimos hincapié en los aspectos espaciales por sobre los temporales, es decir, de qué manera los animales estructuran espacialmente la productividad primaria y el bosque, y no de qué modo divergen las comunidades en el transcurso del tiempo”, explica Villar.

Se detectaron efectos espacialmente estructurados positivos y negativos de los grandes herbívoros en comunidades de plantas, como resultado de la interacción entre los animales y la densidad de palmeras en sitos no defaunados.

Por otra parte, en la selva defaunada no se registró un impacto consistente de los grandes herbívoros sobrantes (agutíes, pecaríes de collar y venados) en el reclutamiento de plantas o en la riqueza de especies en todo el gradiente de densidad de las palmeras. La actividad de los animales en áreas defaunadas de tapires amazónicos y pecaríes barbiblancos siempre generó efectos negativos sobre la productividad de los plantines.

También se utilizaron trampas fotográficas, lo que permitió cerciorarse de que el pecarí barbiblanco cumplió un papel en la modulación del reclutamiento y de la productividad de los plantines. En tanto, los tapires amazónicos hicieron su aporte al aumento de la diversidad de plantas cumpliendo un rol complementario.

Según Villar, los próximos pasos de los estudios consistirán en analizar la influencia de los grandes mamíferos en los ciclos y estudiar su papel en las relaciones entre el suelo, el sotobosque y el dosel, aparte de su impacto en la estructura vertical y horizontal de bosque y en otros grupos funcionales importantes, tales como invertebrados y patógenos.

Puede leerse el artículo intitulado Large herbivore-palm interactions modulate the spatial structure of seedling communities and productivity in Neotropical forests, de los investigadores Nacho Villar, Fabiana Rocha-Mendes, Roger Guevara y Mauro Galetti, en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2530064421000924#abs0015
 

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