El resultado de un estudio realizado con bebés de entre 2 y 3 años puede contribuir al diseño de un abordaje de tratamiento personalizado. Científicos de Brasil y Estados Unidos participaron en la investigación, que salió publicada en PLOS ONE (foto: Sumaia Villela/Agência Brasil)

Los niños que padecen microcefalia a causa del zika muestran un desarrollo neurológico heterogéneo
16-12-2021
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El resultado de un estudio realizado con bebés de entre 2 y 3 años puede contribuir al diseño de un abordaje de tratamiento personalizado. Científicos de Brasil y Estados Unidos participaron en la investigación, que salió publicada en PLOS ONE

Los niños que padecen microcefalia a causa del zika muestran un desarrollo neurológico heterogéneo

El resultado de un estudio realizado con bebés de entre 2 y 3 años puede contribuir al diseño de un abordaje de tratamiento personalizado. Científicos de Brasil y Estados Unidos participaron en la investigación, que salió publicada en PLOS ONE

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El resultado de un estudio realizado con bebés de entre 2 y 3 años puede contribuir al diseño de un abordaje de tratamiento personalizado. Científicos de Brasil y Estados Unidos participaron en la investigación, que salió publicada en PLOS ONE (foto: Sumaia Villela/Agência Brasil)

 

Por Luciana Constantino  |  Agência FAPESP – Una investigación realizada en la ciudad brasileña de Salvador (la capital del estado de Bahía) mostró que los niños con microcefalia causada por el virus del Zika exhiben un desarrollo neurológico heterogéneo al llegar a la franja de edad situada entre los dos 2 y los 3 años. Esta variedad de perfil puede detectarse mediante una evaluación neurológica que hace posible el diseño de un abordaje personalizado del tratamiento.

Este estudio, que salió publicado en la revista PLOS ONE, comprendió un seguimiento de 42 bebés con edades entre los 24 y los 40 meses, nacidos con el síndrome congénito del zika (CZS, por sus siglas en inglés), tal como se le denomina al conjunto de secuelas que deja la referida infección durante la gestación.

En líneas generales, estos niños exhibieron parálisis cerebral en un grado elevado (nivel 5, el más alto del Sistema de Clasificación de la Función Motora Gruesa; las personas que padecen esta condición requieren de silla de ruedas para desplazarse) y graves retrasos de cognición, de lenguaje, motores y neurológicos, entre ellos espasticidad bilateral, un trastorno caracterizado por la tensión, la rigidez y la incapacidad para controlar los músculos. Sin embargo, mediante dos tipos de evaluación, los investigadores también captaron una heterogeneidad en el desarrollo. Esta diferencia puede constatarse en la variación del grado de compromiso de la respuesta de los niños a los estímulos externos, por ejemplo.

Los bebés pasaron por evaluaciones neurológicas y de neurodesarrollo mediante la aplicación del Examen Neurológico Infantil de Hammersmith (HINE), considerado corto y de fácil empleo, y de la Escala Bayley de Neurodesarrollo Infantil (Bayley-III). Las mejores puntuaciones en las evaluaciones neurológicas (HINE) se asociaron a resultados más positivos en el neurodesarrollo (Bayley-III). Sin embargo, y aun entre los casos más graves, se registraron diferentes puntuaciones, lo cual constituye una evidencia de la mencionada heterogeneidad.

Asimismo, en dicho estudio se descubrió que un tamaño mayor de la cabeza del bebé (el perímetro cefálico) estaba asociado a un mayor nivel cognitivo y motor. En el muestreo, los bebés tenían un perímetro cefálico menor que 31,9 cm y 31,5 cm, respectivamente, para niños y niñas. Esa es la medida estándar que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la detección de casos sospechosos de microcefalia.

“En la mayor parte de las investigaciones se compara a los niños expuestos en el útero al virus del Zika y se los divide en grupos con y sin microcefalia. En el primer caso, arrojan peor pronóstico, con desarrollo neurológico bajo, en tanto que, en el segundo, existe el riesgo de que surjan los mismos problemas en un grado más leve. Nuestro estudio incluyó solamente a niños con síndrome congénito del zika y evaluó los diferentes grados de los síntomas neurológicos para entender las diferencias individuales, y no tan solo como un grupo que puede tener desarrollo y seguimiento único”, explica el investigador Juan Pablo Aguilar Ticona, del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Federal de Bahía (UFBA) y primer autor del artículo.

El trabajo contó con el apoyo de la FAPESP en el ámbito del Proyecto Temático intitulado Descubrimiento de antígenos y desarrollo de métodos de diagnóstico serológico y estrategias vacunales contra el virus del Zika, cuyos investigadores responsables son los profesores Luís Carlos de Souza Ferreira y  Edison Luiz Durigon, ambos del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (USP). La supervisión quedó a cargo de los profesores Albert Ko, de la Universidad Yale, en Estados Unidos, y Federico Costa, de la UFBA.

Aguilar Ticona afirma que en algunos estudios ya se ha empleado el HINE para evaluar a bebés con microcefalia causada por zika. Con todo, el artículo publicado ahora es uno de los primeros que asocia las puntuaciones HINE con el desarrollo cognitivo y motor de esos niños, por lo cual este se muestra como una importante herramienta de examen neurológico precoz.

Según el investigador, aun con una muestra pequeña, este estudio constituye una buena oportunidad para comprender mejor el desarrollo de la microcefalia al cabo de algunos años. “Al analizar resultados de los test y observar el tiempo de retraso que los niños muestran, es posible hallar diferencias en la evolución del desarrollo neurológico. Algo que no hicimos en el marco de este trabajo, pero que puede tener efectos, es el análisis de qué factores del contexto social, tales como la educación y la familia, también pueden estar asociados al desarrollo”, dice Aguilar Ticona en entrevista concedida a Agência FAPESP.

Otro artículo publicado por el mismo grupo en julio de este año en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases, mostró que la escolaridad menor y la inseguridad alimentaria se encuentran entre los determinantes sociales con mayor impacto cuando se analizan los casos de zika en mujeres embarazadas.

En el marco de ese trabajo, también con el apoyo de la FAPESP, se incluyeron datos de 469 mujeres embarazadas, de las cuales el 61 % arrojó resultado positivo para el virus durante la epidemia de 2015-2016 en la ciudad de Salvador. En ese estudio se recolectó información sobre características demográficas, socioeconómicas y clínicas, y se evaluó la exposición al virus del Zika mediante la aplicación de un test serológico de neutralización viral. Los resultados ayudan a dilucidar los factores de riesgo que pueden orientar en futuras intervenciones tendientes a disminuir el impacto de la infección en poblaciones más vulnerables.

La muestra

La investigación recientemente publicada se llevó a cabo con niños atendidos en el Consultorio Externo de Microcefalia del Hospital General Roberto Santos (HGRS), en la ciudad de Salvador, que nacieron durante el pico de la epidemia de zika, entre octubre de 2015 y enero de 2016, y fueron objeto de seguimiento en el referido espacio ambulatorio.

En ese entonces, Brasil se ubicó entre los países con la mayor cantidad de casos de dicha enfermedad. En parte, la explicación para ello está relacionada con la presencia del vector de transmisión del virus, el mosquito Aedes aegypti, que también transmite el dengue. Los síntomas de ambas enfermedades son similares: fiebre, dolor de cabeza, enrojecimiento de los ojos, dolores en las articulaciones y manchas en el cuerpo.

Pese a que la infección causada por el virus del Zika es generalmente asintomática, los estudios muestran la relación existente entre la enfermedad y el desarrollo de síndromes neurológicos tales como el de Guillain-Barré y la meningitis en adultos, y malformaciones congénitas como la microcefalia en recién nacidos.

No obstante, la propagación de casos de la infección y de síndrome congénito no fue uniforme en Brasil: su epicentro lo constituyeron los estados de la región nordeste. De acuerdo con un boletín del Ministerio de Salud nacional, entre los años 2015 y 2020 nacieron 3.423 bebés con síndrome congénito asociado al zika en el país. De los que seguían vivos hasta el año pasado (alrededor de 2.900), tan solo el 56,4 % recibía atención especializada.

En tanto, los niños bajo seguimiento en el estudio contaron con la atención de un equipo multidisciplinario compuesto por fisioterapeutas, fonoaudiólogos, enfermeras y médicos (lo que incluyó a un oftalmólogo y un neurólogo). Se recabó información sobre las madres y los hijos mediante entrevistas, historias clínicas y evaluaciones clínicas.

Para el HINE, se evaluaron 26 apartados, entre ellos la postura, los movimientos, el tono muscular y los reflejos de los nervios craneales. En niños con más de 18 meses de edad, la puntuación HINE ideal para esa sección es igual o mayor que 74. En niños con compromiso del neurodesarrollo, una puntuación menor que 40 está asociada a un compromiso motor grave, el rango en el que se ubicó gran parte de la muestra.

En el caso de la escala Bayley, se concretó una evaluación cognitiva, de lenguaje (expresivo y receptivo) y de motricidad (fina y gruesa) de los niños. Estos también pasaron por pruebas de función visual tales como las de sensibilidad a la luz, fijación ocular, estabilidad, rastreo de objetos, agudeza y contacto visual, aparte de la respuesta social de la sonrisa y facial a estímulos visuales.

“Con el fin de comprender mejor las diferencias entre estos niños e identificar intervenciones precoces que disminuirán el impacto de la enfermedad, es necesario desarrollar primeramente nuevas herramientas de evaluación o ajustes estandarizados de las que se emplean actualmente que reflejen esta heterogeneidad y puedan utilizarse para seguir y evaluar la progresión de la enfermedad. Los profesionales de la salud necesitan contar con test fáciles, prácticos y confiables para prever los resultados de sus pacientes a largo plazo”, escriben los investigadores en el artículo.

Si bien el período de emergencia de la enfermedad ya ha llegado a los cinco años, los casos de microcefalia provocados por el zika siguen registrándose en Brasil. Al considerar únicamente el año 2020, fueron 1.007 registros de casos, de los cuales 35 se confirmaron y 597 se encontraban bajo investigación en el mes de febrero de este año, cuando el ministerio publicó el último boletín.

Puede leerse el artículo intitulado Heterogeneous development of children with Congenital Zika Syndrome-associated microcephaly en el siguiente enlace: journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0256444
 

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