Este fenómeno está relacionado con el achicamiento del cinturón de lluvias tropicales que se habría concretado paulatinamente en el transcurso de los últimos 5.000 años. Los resultados de un estudio realizado en la Universidad de São Paulo ayudan a prever el futuro climático de esa región (recolección de muestras de sedimentos del mar cerca de la desembocadura del río Parnaíba; foto: Cristiano Chiessi)

Los sedimentos marinos explican de qué manera una parte del nordeste de Brasil se volvió semiárida
24-06-2021
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Este fenómeno está relacionado con el achicamiento del cinturón de lluvias tropicales que se habría concretado paulatinamente en el transcurso de los últimos 5.000 años. Los resultados de un estudio realizado en la Universidad de São Paulo ayudan a prever el futuro climático de esa región

Los sedimentos marinos explican de qué manera una parte del nordeste de Brasil se volvió semiárida

Este fenómeno está relacionado con el achicamiento del cinturón de lluvias tropicales que se habría concretado paulatinamente en el transcurso de los últimos 5.000 años. Los resultados de un estudio realizado en la Universidad de São Paulo ayudan a prever el futuro climático de esa región

24-06-2021
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Este fenómeno está relacionado con el achicamiento del cinturón de lluvias tropicales que se habría concretado paulatinamente en el transcurso de los últimos 5.000 años. Los resultados de un estudio realizado en la Universidad de São Paulo ayudan a prever el futuro climático de esa región (recolección de muestras de sedimentos del mar cerca de la desembocadura del río Parnaíba; foto: Cristiano Chiessi)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Las lluvias asociadas a la denominada zona de convergencia intertropical tienen impacto sobre la seguridad alimentaria e hídrica de aproximadamente 1.000 millones de personas en el planeta. Alrededor del 11 % de la población de Brasil, concentrada en cuatro estados de la región nordeste del país –Rio Grande do Norte, Ceará, Piauí y Maranhão–, forman parte de este grupo. En esos estados impera un clima semiárido en grandes extensiones, y aproximadamente la mitad de todas las precipitaciones anuales ocurren durante tan solo dos meses del año: marzo y abril. Dichas lluvias forman parte del cinturón de lluvias tropicales cuando este alcanza su posición más austral, sobre el norte del nordeste brasileño. Durante el resto del año, dicho cinturón se desplaza más al norte, y es el responsable del pico de precipitaciones en la región costera de Venezuela, entre julio y agosto.

La proyección del comportamiento futuro de las lluvias en las regiones semiáridas como la mencionada es fundamental para que la sociedad pueda anticiparse a las posibles modificaciones en los patrones de precipitaciones, en función del cambio climático en curso. Un estudio a cargo del profesor de la Universidad de São Paulo (USP, Brasil) Cristiano Chiessi y sus colaboradores demostró que las precipitaciones sobre el norte del nordeste de Brasil han disminuido sistemáticamente durante los últimos 5.000 años, en contradicción con un importante paradigma de la paleoclimatología. Esta revisión de lo que sucedió en el pasado ayuda a diseñar un panorama más realista de lo que podrá suceder en el futuro.

Y un artículo al respecto se encuentra disponible en el periódico científico Paleoceanography and Paleoclimatology. Este trabajo contó con el apoyo de la FAPESP

“De acuerdo con el paradigma vigente, el cinturón de precipitaciones tropicales se habría desplazado hacia el sur en el transcurso de los últimos 5.000 años. Nuestra investigación sugiere que, en lugar de ello, lo que sucedió fue que el cinturón experimentó una contracción de su intervalo latitudinal de oscilación. Es decir que pasó a oscilar dentro de un rango más angosto”, le dice Chiessi a Agência FAPESP.

Y una información valiosa al respecto de las respuestas del sistema climático a las diferentes condiciones se encuentra registrada en los sedimentos geológicos depositados en el fondo de los océanos. En el estudio al que aquí se hace referencia, se utilizaron tres indicadores independientes de precipitaciones, mediante el empleo de sedimentos recolectados a lo largo de la desembocadura del río Parnaíba, en el límite de los estados de Piauí y de Maranhão, en Brasil.

“Analizamos la razón entre las concentraciones de los elementos químicos titanio y calcio: el titanio proveniente de la erosión de las rocas continentales y el calcio oriundo de las conchas de los organismos marinos. Asimismo, mapeamos la tasa de acumulación de sedimentos continentales en el fondo del océano y la composición de los isótopos de hidrógeno en la cera de las plantas continentales hallada en los sedimentos marinos. Estos tres conjuntos de datos, junto al análisis de los resultados de un modelo climático numérico, apuntan una contracción del cinturón de lluvias tropicales durante los últimos 5.000 años en lugar de su sugerido desplazamiento hacia el sur”, informa Chiessi.

Este estudio mostró también que la distribución de las temperaturas de las superficies de los dos hemisferios es fundamental en el control de la posición del cinturón de precipitaciones tropicales, a diferencia de lo planteado en el paradigma vigente.

“De acuerdo con este paradigma, la migración del cinturón hacia el sur sería una consecuencia del aumento gradual de la radiación proveniente del Sol en el hemisferio sur durante el verano. Como en el hemisferio norte se produjo una situación inversa, tal escenario habría impuesto dificultades crecientes al avance del cinturón hacia el norte. Con todo, dos fragilidades de este modelo nos llamaron la atención. En primer lugar, el hecho de que la posición del cinturón debería estar determinada por la distribución de las temperaturas de las superficies en ambos hemisferios, que no necesariamente responden de manera lineal a la distribución de la radiación proveniente del Sol. En segundo lugar, las evidencias que daban asidero a ese paradigma se situaban casi exclusivamente en el hemisferio norte, razón por la cual faltaba la contraprueba austral del presunto desplazamiento”, explica Chiessi.

Según el investigador, pese a que la radiación proveniente del Sol ha sufrido los cambios descritos, las respuestas de ambos hemisferios al fenómeno fueron distintas. Esto se debe a la diferencia en el área cubierta por continentes y océanos en ambos hemisferios, toda vez que los continentes responden más rápidamente que los océanos a los cambios en la radiación solar. “Por ende, se hace necesario revisar el paradigma que influyó en la paleoclimatología durante dos décadas”, afirma Chiessi.

Para el final de este siglo, los modelos climáticos numéricos sugieren una contracción de la franja latitudinal de oscilación del cinturón de lluvias tropicales, lo que disminuiría aún más las precipitaciones en la parte norte del nordeste de Brasil, con consecuencias socioambientales potencialmente severas. Sin embargo, en caso de que la gran circulación de las aguas del Atlántico se debilite sustancialmente y supere un umbral crítico, tal como lo prevé otro estudio de Chiessi, el Atlántico Sur se calentará más que el Atlántico Norte y forzará al cinturón hacia el sur. “Esto traería aparejadas consecuencias bastante negativas en diversas áreas del planeta, pero en el plano regional evitaría una merma aún mayor de las lluvias en la franja norte del nordeste de Brasil”, comenta el investigador (lea más en: agencia.fapesp.br/23145/). 

Puede leerse el artículo Mid- to Late Holocene Contraction of the Intertropical Convergence Zone Over Northeastern South America en el siguiente enlace: agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2020PA003936
 

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