En un artículo publicado en Scientific Reports, científicos brasileños demuestran que, además de simplificar la logística operativa y mejorar la producción, el manejo enfocado en el abono de las plantas utilizadas como cobertura puede representar a largo plazo una disminución del uso de fertilizantes, incluso en suelos arenosos (foto: Vinícius Peres)

La aplicación de potasio en gramíneas forrajeras asegura la obtención de un algodón de mejor calidad
18-02-2021
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En un artículo publicado en Scientific Reports, científicos brasileños demuestran que, además de simplificar la logística operativa y mejorar la producción, el manejo enfocado en el abono de las plantas utilizadas como cobertura puede representar a largo plazo una disminución del uso de fertilizantes, incluso en suelos arenosos

La aplicación de potasio en gramíneas forrajeras asegura la obtención de un algodón de mejor calidad

En un artículo publicado en Scientific Reports, científicos brasileños demuestran que, además de simplificar la logística operativa y mejorar la producción, el manejo enfocado en el abono de las plantas utilizadas como cobertura puede representar a largo plazo una disminución del uso de fertilizantes, incluso en suelos arenosos

18-02-2021
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En un artículo publicado en Scientific Reports, científicos brasileños demuestran que, además de simplificar la logística operativa y mejorar la producción, el manejo enfocado en el abono de las plantas utilizadas como cobertura puede representar a largo plazo una disminución del uso de fertilizantes, incluso en suelos arenosos (foto: Vinícius Peres)

 

Por Maria Fernanda Ziegler  |  Agência FAPESP – El uso de plantas de cobertura entre una cosecha y otra de algodón protege el suelo, conserva el agua y reduce el riesgo de erosión. En Brasil, investigadores de la Universidade do Oeste Paulista (Unoeste) y de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) detectaron que, incluso en suelos arenosos, la anticipación de la aplicación de potasio (K) sobre estas plantas forrajeras redunda en un ahorro de recursos en la producción, amén de generar un algodón con mayor valor de mercado.

“La dinámica de aplicación temprana del potasio –en la forrajera antecesora del cultivo de algodón– resulta en fibras más resistentes y con un menor índice de fibras cortas en comparación con el método convencional de aplicación del nutriente en el algodonero. Aparte de la mejora cualitativa, esta técnica reduce los gastos de los agricultores con la producción. Sucede que existe un impacto en la dinámica operativa de los productores, que pasan a efectuar una y no dos aplicaciones de potasio. Aparte de mejorar la logística operativa y de economizar trabajo y gasoil en las haciendas, a largo plazo se espera también lograr una disminución en el uso de fertilizantes”, afirma Fábio Echer, docente de las carreras de grado y posgrado en Agronomía de la Unoeste y autor del artículo publicado en Scientific Reports.

En el estudio, realizado en la estancia experimental de la Unoeste, se comparó durante dos años el método convencional de aplicación del fertilizante directamente en el algodonero con otros dos tipos de manejo, enfocados en la aplicación anticipada del potasio. También se evaluó el cultivo de algodón sin el uso de fertilizantes y sin el uso de paja de cobertura.

Esta investigación es el resultado de una beca de maestría que la FAPESP le otorgó a Vinicius José Souza Peres, quien también contó con la colaboración de la Asociación Paulista de Productores de Algodón (APPA) y de la fundación Agrisus.

Un análisis cuantitativo y cualitativo de la fibra

En uno de los tratamientos, los investigadores cultivaron la planta de cobertura y aplicaron el potasio en dos dosis (de 70 kg/hectárea cada una), en cobertura en los algodoneros. En comparación, tanto el cultivo en el que la planta forrajera se abonó con una dosis de 140 kg/hectárea de potasio como aquel en el que la aplicación del fertilizante quedó dividida en dos etapas −una mitad sobre la planta de cobertura y la otra en el algodonero– arrojaron resultados iguales a los del método convencional con relación a la productividad de la fibra.

Los cultivos sin aplicación de fertilizante arrojaron una producción menor y de peor calidad que con el método convencional y el de aplicación anticipada.

“En el estudio realizamos un cálculo de eficiencia del uso del fertilizante. Observamos que, en el sistema anticipado, el pasto señal [una planta forrajera] también logra recuperar los nutrientes del suelo, aparte de cumplir la función de protegerlo. Como esta planta forrajera posee un sistema articular profundo, sus raíces van en busca los nutrientes en el suelo que se perdieron en cosechas anteriores (lixiviados), reciclándolos y llevándolos hacia la superficie. Por ende, cuando se disecciona la planta, esta libera el potasio durante las primeras lluvias para los cultivos siguientes”, le dice Echer a Agência FAPESP.

Pero la principal ventaja de la aplicación anticipada radica en el mayor valor comercial del algodón producido. Al analizar la calidad de la fibra y, por ende, el valor del algodón, los cultivos en donde se aplicó el abono potásico en la forrajera exhibieron un menor índice de fibras cortas, que disminuye el valor de la producción. Sucede que hubo mejoras en parámetros tales como los índices de micronaire (diámetro de la fibra), maduración y resistencia. “Estas características son importantes, pues muestran un algodón de mayor valor comercial para la producción de telas más finas, de mejor calidad y con mayor valor de mercado”, dice.

Echer explica que la mejora en la calidad de la producción está relacionada con la disponibilidad de potasio en el suelo y con el estatus hídrico de la planta. “La fibra del algodón es una célula, y como toda célula, necesita agua para expandirse. Por ende, al conservar más agua en el suelo y en la planta, es posible mejorar también el tamaño de la fibra.”

El investigador remarca que el potasio cumple un papel importante en el control de la pérdida de agua en la planta, ya que regula el funcionamiento de los estomas, la tasa de fijación de dióxido de carbono, la activación enzimática, el transporte de nutrientes y la homeostasis, aparte de ayudar en la tolerancia al estrés. En los suelos, el nutriente llega a la raíz principalmente por la vía de la difusión, que responde por entre el 72% y el 96% de la demanda de las plantas.

“La frecuencia de eventos climáticos extremos, tales como las altas temperaturas y la falta de lluvias, ha aumentado en razón del calentamiento global, y el manejo conservacionista del suelo, tal como el que se sugiere en este estudio, puede contribuir con la disminución de los efectos negativos en la producción. La inestabilidad de las lluvias puede limitar la instauración de los cultivos y, debido a que tan solo alrededor de un 8% de las plantaciones de algodón en Brasil cuentan con irrigación, la planta de cobertura adquiere una importancia aún mayor. La paja ayuda a bajar temperatura del suelo y esto ayuda a conservar incluso más agua”, afirma.

En la región oeste del estado de São Paulo (donde se ubica la hacienda experimental donde se llevó a cabo el estudio), en plantaciones de algodón con el suelo expuesto (sin la cobertura de la paja) la temperatura puede llegar a los 70 °C. En tanto, cuando se emplea la paja, la temperatura del suelo se sitúa entre los 28 °C y los 30 °C, lo cual permite conservar la humedad del suelo.

Echer explica que este tipo de manejo con aplicación anticipada del nutriente ya se viene utilizando en cultivos de suelo arcilloso. No obstante, aún no se lo había testeado en suelos más marginales como los arenosos de bajo tenor de materia orgánica, que dificulta la retención de nutrientes en el suelo. “Los productores manifestaban su recelo a anticipar el abono en cultivos de suelos arenosos. Con este estudio logramos probar que, aun en suelos arenosos –que son más frágiles, almacenan menos agua y dejan el potasio más susceptible a la lixiviación–, el manejo de nutrientes en la planta de cobertura mantiene la productividad y a su vez mejora la calidad de la fibra”, dice.

De acuerdo con los investigadores, el método analizado en el oeste del estado de São Paulo puede replicarse en cultivos de algodón de suelos arenosos en los estados de Bahía y Mato Grosso (el mayor productor de algodón de Brasil), y también en otros países. “La planta de cobertura puede no ser la misma que utilizamos en esta investigación, pues el clima puede ser distinto, pero se abre un precedente como para poner a prueba nuevas especies de cobertura en otros lugares del mundo”, dice.

Puede leerse el artículo intitulado Potassium application to the cover crop prior to cotton planting as a fertilization strategy in sandy soils (doi: 10.1038/s41598-020-77354-x), de Fábio Rafael Echer, Vinicius José Souza Peres y Ciro Antonio Rosolem, en el siguiente enlace: www.nature.com/articles/s41598-020-77354-x
 

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