Investigadores apuntan que el tratamiento farmacológico duplicó con creces la eficacia de la estimulación con electricidad de baja intensidad. Este trabajo se publicó en New England Journal of Medicine (foto: Izio Klein/ HC-FMUSP)

Contra la depresión, es mejor medicar que aplicar corriente eléctrica
31-08-2017

Investigadores apuntan que el tratamiento farmacológico duplicó con creces la eficacia de la estimulación con electricidad de baja intensidad. Este trabajo se publicó en New England Journal of Medicine

Contra la depresión, es mejor medicar que aplicar corriente eléctrica

Investigadores apuntan que el tratamiento farmacológico duplicó con creces la eficacia de la estimulación con electricidad de baja intensidad. Este trabajo se publicó en New England Journal of Medicine

31-08-2017

Investigadores apuntan que el tratamiento farmacológico duplicó con creces la eficacia de la estimulación con electricidad de baja intensidad. Este trabajo se publicó en New England Journal of Medicine (foto: Izio Klein/ HC-FMUSP)

 

Por Maria Fernanda Ziegler  |  Agência FAPESP – Un estudio publicado recientemente en New England Journal of Medicine pone en duda la eficacia del tratamiento contra la depresión que tiene como base la estimulación de áreas del cerebro con corriente eléctrica de baja intensidad.

Se consideraba que esta técnica, conocida como estimulación cerebral con corriente continua (tDCS, por sus siglas en inglés), era una alternativa prometedora para casos de depresión. En este nuevo estudio, investigadores del Hospital Universitario de la Universidad de São Paulo (USP) y del Instituto de Psiquiatría del Hospital de Clínicas (HC) de la Facultad de Medicina de la USP (FMUSP), en Brasil, demostraron que la eficacia de la tDCS es inferior a la del uso de escitalopram, un medicamento antidepresivo.

Para ello, Andre Brunoni, libre docente del Departamento de Psiquiatría de la FMUSP y director del Servicio Interdisciplinario de Neuromodulación del Instituto, dividió aleatoriamente junto a su equipo a 245 pacientes con depresión en tres grupos.

Un grupo fue tratado con tDCS y pastillas de placebo, en tanto que a otro se le administró tDCS simulado (“sham”) y el medicamento antidepresivo. Al tercer grupo se le aplicó tDCS simulado y tomó placebo.

El tratamiento se extendió durante 15 días consecutivos, con sesiones de 30 minutos cada una, y después una vez por semana durante siete semanas. El antidepresivo de primera línea se administró diariamente durante tres semanas. Luego se aumentó la dosis diaria de entre 10 mg y 20 mg durante otras siete semanas de seguimiento.

Este estudio contó con el apoyo de la FAPESP en el marco del Programa Jóvenes Investigadores en Centros Emergentes.

“Definimos que la tasa de no inferioridad de la estimulación con relación al antidepresivo sería de al menos el 50%, es decir que la estimulación debería tener al menos un 50% de la eficacia del medicamento, pero no fue eso lo que sucedió. Descubrimos que la eficacia de la tDCS no llega ni a la mitad de la eficacia del tratamiento medicamentoso. La conclusión indica que la estimulación no debe aplicarse como tratamiento de primera línea. El medicamento representa un tratamiento fácil y mucho más eficaz. Por otra parte, la tDCS fue superior al placebo, en coincidencia con nuestras investigaciones previas”, declaró Brunoni a Agência FAPESP.

La depresión afecta a entre un 12% y un 14% de la población mundial, y actualmente es relativamente fácil hallar sitios web y videos en internet estilo “hágalo usted mismo” con supuestas técnicas caseras de estimulación eléctrica con corriente directa.

“Es una cosa impresionante. Esos sitios web que enseñan presuntamente a efectuar la estimulación cerebral revisten un riesgo enorme para los pacientes con depresión. Las soluciones caseras son altamente contraindicadas. Son peligrosas. Estimo que nuestro estudio tendrá un efecto sobre este fenómeno, ahora que hemos probado que existen efectos colaterales y que la eficacia no es precisamente la que se creía que tenía”, dijo Brunoni.

De acuerdo con este estudio, los pacientes a los que se les aplicó tDCS exhibieron mayores tasas de enrojecimiento de la piel, además de acúfeno (zumbido en la cabeza) y agobio. Dos voluntarios del estudio exhibieron episodios de hipomanía durante el tratamiento con tDCS.

La terapia electroconvulsiva

Brunoni destaca que es necesario evitar confundir la tDCS con otros métodos como la terapia electroconvulsiva (TEC). En esta última, se aplican descargas eléctricas mucho más fuertes –de 800 miliamperios, u 800 veces mayores que las de la tDCS–, con el objetivo de desencadenar convulsiones controladas. Existen también diferencias en otros parámetros. En la TEC se emplea un tipo de corriente en forma de pulsos, y el principal efecto clínico es la crisis convulsiva.

La estimulación cerebral de corriente continua se aplica sobre la corteza dorsolateral prefrontal del paciente, que es un área cuya actividad se encuentra disminuida en personas con depresión.

“Las personas deprimidas padecen una hipoactividad del cerebro en esa área especialmente, y en varias otras también. Se creía que el mecanismo de acción de la estimulación incrementaría la actividad cerebral en dicha área, pero no se ha comprobado este efecto aún”, dijo.

Existen también otras técnicas relacionadas con la alteración de la actividad eléctrica cerebral, que comprenden la estimulación magnética transcraneal, la estimulación transcraneal con corriente alterna, la terapia electroconvulsiva, la estimulación profunda del cerebro y la ecografía enfocada.

“De todas éstas, sólo la estimulación magnética transcraneal y la terapia electroconvulsiva cuentan en la actualidad con la aprobación de la FDA [la Food and Drug Administration de Estados Unidos] para el tratamiento de la depresión. La estimulación del cerebro profundo tiene una exención como dispositivo humanitario para el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo”, dijo Sarah H. Lisanby, directora del National Institute of Mental Health (NIMH), en el editorial de la misma edición de New England Journal of Medicine.

Lisanby pone de relieve el estudio realizado en Brasil y hace hincapié en la necesidad de contar con un parámetro destinado a medir el funcionamiento de la tDCS. Y Brunoni coincide. “No existe ningún parámetro que se emplee para saber si la estimulación se hace con la dosis adecuada. Sé que dos pastillas constituyen una dosis mayor que una. Asimismo, existen drogas cuyo nivel puede medirse en la sangre. El ejemplo más común es del litio. Es posible dosificar la estimulación magnética. En tanto, la estimulación eléctrica no es lo que se ve. Es una corriente eléctrica muy pequeña que puede sufrir alteraciones hasta por cuestiones anatómicas de cada paciente”, dijo.

Brunoni se encuentra ahora realizando un posdoctorado sénior en la Universidad de Múnich, en Alemania, donde pretende terminar de analizar los datos recabados durante su ensayo clínico.

“Recolectamos muchos datos sanguíneos, genéticos y de neuroimágenes durante el estudio. Ahora terminaré de analizarlos y investigaré si existe un perfil de pacientes que responde mejor al tratamiento. Clínicamente, a simple vista, no lo hay, pero se estima que pacientes poco refractarios (que no se sometieron a tratamientos previos) responderían mejor. También pretendo cuestionar los propios parámetros de la estimulación para intentar descubrir si existe un tipo de depresión que responde mejor a este tipo de tratamiento”, dijo.

Suscriptores de New England Journal of Medicine pueden leer el artículo intitulado Trial of Electrical Direct-Current Therapy versus Escitalopran for Depresion (doi: 10.1056/NEJMoa1612999a), de Andre R. Brunoni, Adriano H. Moffa, Bernardo Sampaio-Junior, Lucas Borrione, Marina L. Moreno, Raquel A. Fernandes, Beatriz P. Veronezi, Barbara S. Nogueira, Luana V.M. Aparicio, Lais B. Razza, Renan llamorro, Luara C. Tort, Renerio Fraguas, Paulo A. Lotufo, Wagner F. Gattaz, Felipe Fregni e Isabela M. Benseñor, en el siguiente enlace: nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa1612999.  

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