El evento, cuyo enfoque lo constituyeron los emprendimientos intensivos en tecnología y conocimiento, reunió a especialistas de Brasil y de toda América, de Europa y de Asia (foto: Centrope)

Expertos se reúnen en la FAPESP para debatir la geografía de la innovación
24-08-2017

El evento, cuyo enfoque lo constituyeron los emprendimientos intensivos en tecnología y conocimiento, reunió a especialistas de Brasil y de toda América, de Europa y de Asia

Expertos se reúnen en la FAPESP para debatir la geografía de la innovación

El evento, cuyo enfoque lo constituyeron los emprendimientos intensivos en tecnología y conocimiento, reunió a especialistas de Brasil y de toda América, de Europa y de Asia

24-08-2017

El evento, cuyo enfoque lo constituyeron los emprendimientos intensivos en tecnología y conocimiento, reunió a especialistas de Brasil y de toda América, de Europa y de Asia (foto: Centrope)

 

Por Maria Fernanda Ziegler y José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – El canal de Erie, inaugurado en 1825 para conectar el río Hudson con el lago Erie y crear así una vía navegable entre la ciudad de Nueva York, en la costa atlántica, y los Grandes Lagos, en la frontera con Canadá, tuvo una extraordinaria importancia en el desarrollo de la región nordeste de Estados Unidos, al permitir la llegada al interior de trabajadores inmigrantes, el flujo de mercaderías, la instalación de empresas y la transformación de los incipientes asentamientos urbanos en grandes ciudades.

Tan sólo en el año de 1855, se embarcaron 33 mil cargamentos comerciales en ese canal. Y la ciudad de Chicago, fundada en 1833 con una ínfima población de aproximadamente 200 habitantes, recibió así el impulso inicial que la transformaría en uno de los más importantes centros empresariales del mundo.

El experto en políticas públicas Christopher Hayter, docente de la Arizona State University, se valió del ejemplo del canal de Erie a modo de introducción de su disertación durante el simposio internacional “Entrepreneurship and the Geography of Innovation” (“Emprendimientos y Geografía de la Innovación”), realizado en la sede de la FAPESP (en São Paulo, Brasil).

Este evento, que congregó a científicos de Brasil y de toda América, de Europa y de Asia, estuvo coordinado por Nicholas Spyridon Vonortas, docente de Economía y Asuntos Internacionales de la The George Washington University, en el marco del proyecto intitulado “Sistemas de innovación, estrategias y políticas”, que lleva adelante en la Universidad de Campinas, a través del programa São Paulo Excellence Chair (SPEC) de la FAPESP.

“El ejemplo del canal es sumamente útil para entender por qué ciertas regiones atraen o hacen posible crear más empresas que otras”, declaró Spyridon Vonortas a Agência FAPESP. “En el siglo XIX, el economista británico Alfred Marshall (1842-1924) ya se refería a la importancia de los conglomerados industriales. Desde ese entonces, lo que ha cambiado es que nuestro interés ha migrado de la conglomeración de compañías de manufacturas sencillas hacia los clústeres de compañías intensivas de tecnología y conocimiento. Éstas son las que cuentan efectivamente ahora”, prosiguió.

Según Spyridon Vonortas, tendemos a olvidarnos de cuán diferentes son efectivamente los distintos países y las diferentes regiones. “En Brasil existe una enorme diferencia entre los estados de São Paulo y Ceará, por ejemplo. Lo propio sucede con relación a las diferencias entre países y a las diferencias entre zonas de grandes países, tales como Estados Unidos, China, etc. Por eso hemos invitado a este evento a expertos de tantas regiones distintas”, explicó.

“¿Cómo crear políticas, cómo incentivar a la gente, cómo llamar la atención con respecto a los negocios? Todo esto depende en gran medida de la cultura de cada lugar”, enfatizó el investigador. “No todos los programas funcionan bien y del mismo modo en todos lados. Los brasileños no deberían mimetizarse con lo que hacen los estadounidenses, o con lo que hacen los franceses. Deberían aprender, entender y encontrar su propia manera de hacer las cosas. Y éste el punto precisamente”, afirmó.

Regiones transnacionales

Desde esta óptica, Michael Stampfer, director del Wiener Wissenschafts, Forschungs und Technologiefonds, una institución privada de apoyo a la ciencia y la tecnología de Austria, hizo referencia durante el evento a las regiones europeas que desbordan las fronteras nacionales, y puso sobre el tapete el planteo de que las regiones viables no necesariamente se relacionan con las regiones administrativas. En el actual contexto europeo, la actividad empresarial dejó de concentrarse en los países para expandirse a través de los países.

“Esto también ocurre con relación a las regiones de un país grande como Brasil, donde ciertas actividades atraviesan los límites entre estados tales como São Paulo y Río de Janeiro o São Paulo y Minas Gerais. ¿Qué hacer ante una situación en la cual las zonas económicas vitales han dejado de coincidir con las regiones administrativas para cruzar los lindes de los estados gobernados por distintos gobernadores? Los europeos afrontan esta situación y creo que han encontrado algunas soluciones interesantes”, comentó Spyridon Vonortas.

“Existen diferencias elementales. Una de ellas es el tamaño de las regiones. Otra es cuán avanzadas tecnológicamente se encuentran las mismas, y en qué punto se insertan en la senda hacia la alta tecnología y el desarrollo de la cadena de valores. Existen también asuntos tales como las regulaciones y las leyes. O de qué manera se valora la innovación en cada sociedad. Es la combinación de todos estos factores lo que marca la diferencia”, resumió Stampfer en diálogo con Agência FAPESP.

En su disertación, Stampfer comparó el potencial de innovación de una región transnacional europea incipiente, llamada Centrope (integrada por partes de Austria, Eslovaquia, Hungría y la República Checa, con polo en Viena), con cuatro regiones transnacionales ya consolidadas: Oresund (partes de Dinamarca y de Suecia), Elat (fracciones de los Países Bajos, Bélgica y Alemania), TMO (sectores de Francia, Suiza y Alemania) e IBK (áreas de Alemania, Suiza y Austria). Y apuntó las principales debilidades de Centrope: falta de universidades líderes en alta tecnología, áreas con historial de copiar en lugar de crear innovación, fuga de cerebros en Eslovaquia, Hungría y la República Checa hacia los centros más desarrollados del mundo y escasa movilidad de los estudiantes en el interior de la propia región.

Tenidas en cuenta las debidas proporciones, y con todas las salvedades geográficas, históricas, culturales y otras, el modelo de diagnóstico que presentó el experto austríaco puede resultar bastante útil para la realización de estudios comparativos de los potenciales de regiones brasileñas o de regiones que crucen las fronteras de países sudamericanos.

Ecosistemas empresariales

La alta concentración espacial de instituciones avanzadas de enseñanza e investigación y empresas muy innovadoras –tal como ocurre en el estado de São Paulo, en las regiones de Campinas y São José dos Campos, entre otras– se ha convertido en una variable de vital importancia para la definición de políticas públicas y en las estrategias de las agencias de fomento.

En lo que atañe a las empresas, esas concentraciones ya tienen un nombre, que heredaron de la biología: “ecosistemas empresariales”. “Se trata del hecho de que la concentración espacial permite que las empresas se beneficien una de otras”, sintetizó Ron Boschma, docente de Economía Regional de las universidades de Utrecht (en los Países Bajos) y Stavanger (en Noruega).

En su alocución, Boschma detectó posibles estrategias de diversificación tecnológica e innovación para las regiones europeas que dependen de las capacidades existentes. Al considerar dos ejes principales –la sinergia entre las empresas instaladas y su grado de complejidad–, el docente se refirió más detalladamente a los potenciales de tres regiones distintas: Île-de-France, con polo en la ciudad de París, en Francia, Lancashire, en el noroeste de Inglaterra, en el Reino Unido, y Extremadura, en el sudoeste de España.

El ploteo de las empresas de cinco segmentos industriales (química, ingeniería eléctrica, instrumentación, ingeniería mecánica y otros), acorde con las coordenadas definidas en ambos ejes mencionados, puso bastante en evidencia los potenciales de las tres regiones, y ubicó en escala decreciente al conglomerado francés, al inglés y al español.

“Los escenarios delineados muestran que no se puede comenzar sencillamente de cero. Es necesario detectar capacidades y oportunidades, que deben explorarse, utilizarse y diversificarse para arribar a nuevas soluciones”, le comentó el investigador a Agência FAPESP.

Boschma cree que, debido a que cuenta con una economía sumamente diversificada, el estado de São Paulo ofrece muchas oportunidades para la concreción de emprendimientos intensivos en conocimiento. “El mensaje principal es que los emprendedores deberían conectarse. La complementariedad puede optimizar los recursos. Y mapeando las especialidades, sería posible desarrollar programas de desarrollo y asociaciones que incentivasen la conexión para amplificar las capacidades”, dijo.

El apoyo a las pequeñas empresas innovadoras

Otra variable importante la constituyen las políticas de fomento ya implementadas y los resultados acumulados a lo largo de los años. Ése es el caso del apoyo a la investigación orientada a la innovación en pequeñas empresas, a través de programas del tipo SBIR (Small Business Innovation Research), discutido en una mesa que reunió a expertos de Austria, Brasil, Corea del Sur y Rusia. Se trata de un área en la cual la FAPESP cuenta con un largo historial de actuación, fundamentalmente a través del Programa de Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (PIPE), cuyo inicio data de 1997.

Sérgio Robles Reis de Queiroz, docente del Departamento de Política Científica y Tecnológica de la Universidad de Campinas (DPCT - Unicamp), en Brasil, y coordinador adjunto de Investigación para la Innovación de la FAPESP, realizó el balance de esa iniciativa, que celebra sus 20 años en 2017. “Han sido aprobados alrededor de 1.800 proyectos, y más de 1.100 pequeñas empresas han recibido apoyo hasta ahora, con una financiación no reembolsable superior a 1.200.000 reales por proyecto”, contabilizó.

De acuerdo con la cuantificación del investigador, los impactos del PIPE en términos de mercado de trabajo pueden estimarse de acuerdo con el aumento del 30% en la cantidad de personas empleadas y de un 41% si se computan los contratados, los subcontratados y los asociados. Y en cuanto a los impactos económicos, por un retorno de seis a uno en las inversiones de la FAPESP.

Pero existen diferencias importantes en los programas del tipo SBIR de los diversos países, aun cuando se comparan dos formaciones nacionales de dimensiones continentales como Brasil y Rusia. Mientras que el PIPE se orienta totalmente a las empresas privadas emergentes (startups), con hasta 250 empleados, el principal enfoque de las políticas de innovación implementadas en Rusia recae sobre las empresas estatales. “Un proceso reciente es la adquisición de empresas de pequeño y mediano porte [SMEs – small and medium-sized enterprises] por parte de compañías estatales”, informó Dirk Meissner, docente de la National Research University Higher School of Economics de Moscú, en Rusia.

La geografía de la innovación se ha erigido en sí misma en un asunto altamente innovador en la agenda de los formuladores de políticas. Con los temas y subtemas mencionados y otros tantos que se trataron en disertaciones, mesas y paneles, el simposio internacional “Entrepreneurship and the Geography of Innovation” (“Emprendimientos y la Geografía de la Innovación”) puso esta temática sobre el tapete. 

Las disertaciones de varios participantes se encuentran disponibles en el siguiente enlace: fapesp.br/11060.

 

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