Con base en los resultados de un nuevo test, investigadores pretenden detectar en niños la predisposción a padecer problemas en la adquisición del lenguaje oral y de la escritura (imagen: Wikimedia Commons)

La percepción musical de los niños puede predecir dificultades de aprendizaje
30-03-2017

Con base en los resultados de un nuevo test, investigadores pretenden detectar en niños la predisposición a padecer problemas en la adquisición del lenguaje oral y de la escritura

La percepción musical de los niños puede predecir dificultades de aprendizaje

Con base en los resultados de un nuevo test, investigadores pretenden detectar en niños la predisposición a padecer problemas en la adquisición del lenguaje oral y de la escritura

30-03-2017

Con base en los resultados de un nuevo test, investigadores pretenden detectar en niños la predisposción a padecer problemas en la adquisición del lenguaje oral y de la escritura (imagen: Wikimedia Commons)

 

Por Karina Toledo  |  Agência FAPESP – Un grupo que reúne a científicos brasileños, canadienses, estadounidenses y británicos desarrolló un test capaz de medir el nivel de percepción musical de niños con edades entre 6 y 13 años.

Los resultados de esta investigación, que contó con el apoyo de la FAPESP, se dieron a conocer en enero en la revista Frontiers in Neuroscience.

“Nuestro objetivo en el futuro consiste en intentar comprobar que esta herramienta es eficaz para detectar en niños la propensión a desarrollar dificultades en la adquisición del lenguaje oral y la escritura. Esto les permitiría a los padres y a los docentes realizar intervenciones precoces”, comentó Hugo Cogo Moreira, docente y director de tesis del Posgrado en Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en São Paulo, Brasil, y coordinador del proyecto.

Según el investigador, evidencias existentes en la literatura científica sostienen la hipótesis de que el nivel de percepción musical de un niño –es decir, su capacidad para percibir determinadas propiedades de la música, tales como el timbre, la intensidad, la melodía y el ritmo– tiene correlación con su habilidad para aprender el lenguaje verbal, tanto oral como escrito.

“La música es una forma de lenguaje no verbal. Y el lenguaje verbal, a su vez, tiene componentes musicales. Comprende la percepción de distintas frecuencias de voz, entonación y patrón de métrica, entre otros factores”, explicó Cogo Moreira.

La percepción musical, añadió el investigador, está directamente vinculada a la conciencia fonológica, que es la capacidad de segmentar el sonido de las palabras en sus menores partes, como en los ejercicios que las maestras suelen hacer con los niños durante la alfabetización, en los cuales les piden que operen con el sonido en sílabas (B + A = BA, C + A = CA, etc.).

“La conciencia fonológica es una habilidad básica que precede a la lectura. Se estima que constituye un efecto cascada: cuanto mayor es la percepción musical, más fácil sería percibir matices en los sonidos, y esta habilidad ayudaría en la aprehensión de la lectura de palabras aisladas. Así se vuelve más fácil desarrollar la lectura contextual y entender lo que está escrito, y esto tiene impacto sobre todo el desempeño escolar”, dijo Cogo Moreira.

A juicio del investigador de la Unifesp, la gran ventaja de usar la percepción musical como un predictor de la habilidad de lectoescritura reside en el hecho de que la percepción musical constituye un lenguaje universal, que independe del idioma o de la cultura. La misma metodología, por ende, podría aplicarse con niños de todo el mundo.

El factor-M

Insatisfechos con los test hasta entonces disponibles para medir la percepción musical, el grupo coordinado por Cogo Moreira decidió crear una nueva herramienta capaz de evaluar la capacidad de los niños de notar variaciones en siete dominios musicales distintos: timbre, métrica, escala, intensidad, contorno musical, duración y tono.

Para ello se elaboraron y se grabaron distintos fragmentos musicales cortos en sofisticados programas de composición, con sonidos de alta calidad y diferentes timbres musicales (incluso sonidos ruidosos), abarcando la comprensión musical más allá de los tradicionales sonidos del violín y del piano disponibles en otros test.

Todos los estímulos sonoros son inéditos y su composición estuvo a cargo de Caio Giovaneti de Barros, alumno de doctorado del Instituto de Artes de la Universidade Estadual Paulista (IA-Unesp) y primer autor del artículo.

Organizados en pares, esos estímulos sonoros forman en total 80 tareas que desafían a los niños a descubrir si cada par musical es similar o tiene alguna variación en alguno de los siete dominios.

Clique en los siguientes enlaces para abrir los archivos sonoros  en formato .wav 

Estímulos con altura similar Dos estímulos sonoros con contorno musical similar Estímulos sonoros con diferencia de duración Dos estímulos con escala similar Un par de estímulos sonoros que muestra diferencia de intensidad Estímulos con diferencia de métrica Estímulos con diferencia de timbre

“Los test hasta ahora existentes se valen de diferentes combinaciones de los dominios musicales. Algunos incluyen tan sólo tres de ellos, tales como métrica, tono y ritmo. Otros mezclan cuatro o cinco dominios. Pero en general la calidad sonora de los estímulos musicales es mala (archivos MIDI). Asimismo, en muchos de ellos se emplean músicas conocidas, como el Feliz Cumpleaños. Nosotros hicimos hincapié en desarrollar estímulos musicales completamente nuevos para que el historial auditivo de cada niño no interfiera en el resultado”, comentó Cogo Moreira.

El test se aplicó con 1.006 niños de entre 6 y 13 años, distribuidos igualmente entre el primero y el quinto grado de la enseñanza básica e inscritos en 14 escuelas del estado de São Paulo, el 38% de ellas privadas.

Luego el grupo analizó los resultados mediante el empleo de un modelo estadístico conocido como modelo bifactorial (o modelo general específico), con el cual se le asigna un peso distinto a cada uno de los dominios analizados al final.

“Para nuestra sorpresa, observamos que la medición aislada de cada uno de los dominios dice muy poco acerca de la percepción musical de un individuo. Todos ellos tienen un peso muy pequeño en comparación con un factor general que parece gobernar a los demás. A ese factor genera lo denominamos Factor-M”, comentó Cogo Moreira.

El investigador comparó el “Factor-M” identificado en el estudio con el llamado “Factor-G”, un factor general que gobierna el nivel de inteligencia de un individuo de acuerdo con la teoría propuesta por el investigador inglés Charles Spearman a comienzos del XX.

“Por lo tanto, de nada sirve que el niño tenga una buena percepción de timbre o una buena percepción de métrica únicamente. Lo que realmente indica si la percepción musical es buena o no es el marcador del Factor-M”, dijo Cogo Moreira.

Entre los niños analizados, la gran mayoría presentó un marcador mediano. 

 

El gráfico muestra la distribución del Factor-M en la población estudiada. La mayoría exhibe niveles medianos. A la izquierda, los que presentan una percepción situada muy por debajo de la media, y a la derecha, los que se ubican por arriba de la misma

No hubo una diferencia significativa entre el grado de percepción musical de niños y niñas, contrariando así trabajos que generalmente apuntan una ventaja a favor del sexo femenino en test de lenguaje verbal.

Los niños de escuelas particulares presentaron un resultado levemente superior al de los niños de escuelas públicas. En tanto, cuando se comparó a individuos de distintas edades no hubo diferencias. Según Cogo Moreira, esto sugiere que el Fator-M no aumenta con la edad.

“Si el niño de 12 años en promedio no tiene un marcador mayor que el de 6, todo indica que esta percepción musical es algo innato, que puede incluso estimulársela, pero, en buena medida, viene de fábrica. Con todo, para estar seguros de esto, habría que realizar un estudio de seguimiento con los mismos niños en el transcurso de su desarrollo”, sostuvo Cogo Moreira.

De acuerdo con el investigador, el siguiente paso de la investigación consiste en aplicar el test a otro grupo de niños e intentar correlacionar el resultado del Factor-M con el desempeño de los participantes en la escuela en mediciones de lectoescritura.

Sin embargo, para que pueda empleárselo como herramienta de predicción con niños preescolares, el test debería ser adaptado. “Con 80 tareas, resulta muy largo para niños menores de 6 años. Pero si logramos adaptarlo y mostrar que es capaz de predecir dificultades en la adquisición del lenguaje, será posible realizar intervenciones muy tempranas, tales como aulas de musicalización, por ejemplo”, afirmó.

Puede leerse el artículo intitulado “Assessing Music Perception in Young Children: Evidence for and Psychometric Features of the M-Factor” en el siguiente enlace: journal.frontiersin.org/article/10.3389/fnins.2017.00018/full.

 

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