Los parámetros de análisis en que se basan las actuales normas técnicas de estos productos en países como Brasil deben modificarse, advierten investigadores (foto: FreeImage.com/ Juan Carlos Egas C)

La prueba de calidad de los anteojos de sol debe revisarse, apunta un estudio
10-11-2016

Los parámetros de análisis en que se basan las actuales normas técnicas de estos productos en países como Brasil deben modificarse, advierten investigadores

La prueba de calidad de los anteojos de sol debe revisarse, apunta un estudio

Los parámetros de análisis en que se basan las actuales normas técnicas de estos productos en países como Brasil deben modificarse, advierten investigadores

10-11-2016

Los parámetros de análisis en que se basan las actuales normas técnicas de estos productos en países como Brasil deben modificarse, advierten investigadores (foto: FreeImage.com/ Juan Carlos Egas C)

 

Por Elton Alisson  |  Agência FAPESP – La prueba de calidad y seguridad de las lentes de los anteojos de sol referentes a la radiación ultravioleta en que se basan las actuales normas técnicas de estos productos fabricados en países como Brasil debe revisarse.

Un estudio a cargo de investigadores de la Escuela de Ingeniería de São Carlos de la Universidad de São Paulo (EESC-USP), que contó con el apoyo de la FAPESP, apuntó que, de la forma como se lo realiza actualmente, este test resulta ineficaz para asegurar la protección de las lentes de las gafas de sol a la exposición ante la radiación UV.

Los resultados de esta investigación salieron publicados en la revista BioMedical Engineering OnLine.

“Esa prueba es incapaz de asegurar que las lentes de los anteojos de sol comercializados en Brasil dotan de protección contra la exposición a la radiación solar en los límites considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud”, declaró Liliane Ventura, docente del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Computación de la EESC-USP y coordinadora del proyecto, a Agência FAPESP.

De acuerdo con la investigadora, algunos estudios indicaban que la exposición al sol en el transcurso del tiempo puede deteriorar la protección de los anteojos oscuros a la radiación UV.

Las lentes de estas gafas pueden volverse más claras y livianas, alterando así la categoría en la cual se encuentran clasificadas de acuerdo con la transmitancia luminosa, que es la cantidad de luz visible que puede pasar por dichas lentes.

Asimismo, la exposición de las lentes a niveles elevados de radiación UV puede derivar en una disminución de la resistencia al impacto, con lo cual se vuelve más susceptibles a astillarse.

Con el fin de asegurarla calidad de los anteojos de sol comercializados actualmente, las normas técnicas internacionales –en las cuales Brasil se basó– estipulan que estos productos deben ser sometidos a una prueba en la cual se estima la alteración de la categoría de sus lentes en razón de la exposición solar a lo largo del tiempo.

“Con todo, dichas normas no hacen referencia al análisis de la degradación de la protección ultravioleta, lo cual debería constituir uno de los principales apartados de estudio en esta prueba”, ponderó Ventura.

Ajuste de parámetros

En la prueba, las lentes de los anteojos son expuestas a un simulador solar durante 50 horas: se las dispone a una distancia de 30 centímetros de una lámpara de xenón con una potencia de 450 vatios (W) y un espectro luminoso similar al del sol.

Al cabo de esa exposición a la radiación, los anteojos son sometidos a un análisis por espectrofotometría para comparar la transmitancia luminosa en el espectro visible –la categoría de las lentes– que suministran las lentes antes y después de su exposición al simulador solar.

De esta forma, es posible evaluar si las lentes de las gafas varían de categoría –si se ponen más claras, por ejemplo– y si suministran protección contra la radiación UV durante un período equivalente a dos días de exposición al sol natural en verano en una ciudad brasileña como São Paulo, por ejemplo, o de cuatro días en invierno, explicó Mauro Masili, docente de la EESC-USP y coautor del estudio.

“Con todo, los estudios apuntan la ineficacia de estudiar la degradación de los anteojos en dos días de irradiación solar y la inexistencia de pruebas destinadas a verificar la seguridad de la duración de la protección ultravioleta en los anteojos durante un determinado período de uso”, afirmó.

Una encuesta realizada por los investigadores apuntó que la mayoría de los brasileños usa los mismos anteojos de sol al menos por dos años, y durante un período de dos horas por día en promedio.

Con el fin de verificar si la prueba de estándar de calidad de las gafas de sol asegura que estos productos puedan utilizarse en Brasil durante todo ese tiempo, los investigadores desarrollaron un modelo matemático destinado a estimar de qué manera la radiación solar llega al nivel del suelo en 27 capitales brasileñas y 110 capitales de países del hemisferio Norte, teniendo en cuenta sus características geográficas (latitud, longitud y altura) y el perfil atmosférico típico.

Con base en ese modelo matemático, lograron calcular la irradiancia solar –la densidad de potencia en vatios hora por metro cuadrado (Wh/m²) que llega al nivel del suelo en esas 27 capitales brasileñas y 110 internacionales– desde la hora en que el Sol nace hasta el momento en que se pone.

Luego compararon la irradiancia del Sol con la emitida por la lámpara de xenón de 450 W empleada en la prueba de estándar de calidad de anteojos de sol para verificar el nivel de proximidad.

Los análisis de las comparaciones revelaron que la irradiancia solar real en las ciudades analizadas es mucho más intensa que la de la lámpara de 450 W. Y que, para reproducir las condiciones reales de exposición de los anteojos de sol a la radiación UV, las lentes deberían testearse durante 134,6 horas, a una distancia de cinco centímetros de una lámpara de xenón con una potencia de 450 W.

“Es necesario ajustar los parámetros de la prueba de estándar de calidad de anteojos oscuros previstos por las normas internacionales porque en la actualidad no reproducen las condiciones reales de exposición de los productos a la radiación solar”, sostuvo Masili.

La revisión de la norma

Los investigadores de la EESC contribuyeron en la redacción de la primera norma brasileña de anteojos para protección solar –la NBR 15111, publicada en 2003– y en la revisión de dicha norma en 2013, sugiriendo parámetros más adecuados a la realidad nacional.

Copia fiel de la norma europea –la BSEN 1836–, la norma brasileña establecía hasta 2013 que los anteojos de sol comercializados en Brasil deberían suministrar filtros para la protección contra la radiación solar en la longitud de onda situada entre los 280 y los 380 nanómetros (nm).

Sin embargo, un estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a comienzos de 2010 indicó que la radiación UV en la longitud de onda de hasta 400 nm también causaba daños a la salud ocular.

“Constatamos que los límites de irradiancia solar que tenemos en Brasil estaban muy por fuera de los límites de exposición considerados seguros para la salud ocular fijados por la OMS”, afirmó Ventura.

En un estudio que también contó con el apoyo de la FAPESP, los investigadores lograron que se alterase la norma brasileña en 2013 y que el rango de protección a la radiación de los anteojos oscuros comercializados en Brasil pasase a ubicarse entre los 280 y los 400 nm.

Con todo, en 2015 dicha norma fue revocada y reemplazada por la ISO 12312-1, que estableció que los anteojos de sol comercializados en el país deben poseer filtros con protección contra la radiación UV en la longitud de onda situada entre 280 y 380 nm, de acuerdo con la norma europea y con la primera versión de la brasileña.

“Esa norma debe revisarse. Los límites de protección a la exposición a la radiación UV estipulados son insuficientes para proteger efectivamente la salud ocular de los brasileños”, afirmó Ventura.

La investigadora presentó en mayo de este año los resultados de ese estudio ante el comité técnico del National Institute of Standards and Technology (NIST) –el instituto de metrología de Estados Unidos– que coincidió con la necesidad de que se revisen los parámetros de la prueba de estándar de calidad de las gafas de sol y, por consiguiente, de que se revisen las normas nacionales de los productos.

“Si bien nuestros cálculos de irradiancia solar se basan fundamentalmente en la ciudades brasileñas, otros países también pueden beneficiarse, especialmente los localizados en latitudes similares”, apuntó Ventura.

Según los investigadores, la exposición a la radiación UV varía entre las latitudes mundiales, y los países tropicales están expuestos a índices sumamente elevados tanto en verano como en invierno.

De este modo, los anteojos de sol utilizados en países del hemisferio Sur puede que tengan que reemplazarse más a menudo de los que se usan en el hemisferio Norte, toda vez que, en general, estos últimos están situados en latitudes más elevadas que los del hemisferio Sur.

Puede leerse el artículo intitulado “Equivalence between solar irradiance and solar simulators in aging tests of sunglasses” (doi: 10.1186/s12938-016-0209-7), de Masili y Ventura, en la revista BioMedical Engineering OnLine, en: biomedical-engineering-online.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12938-016-0209-7.

 

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