Científicos verificaron que un prótido funciona como un escudo defensor de la microbiota intestinal contra los alimentos ricos en grasa (foto: Wikimedia Commons)

La proteína de suero de leche protege al intestino contra una dieta grasosa
11-08-2016

Científicos verificaron que un prótido funciona como un escudo defensor de la microbiota intestinal contra los alimentos ricos en grasa

La proteína de suero de leche protege al intestino contra una dieta grasosa

Científicos verificaron que un prótido funciona como un escudo defensor de la microbiota intestinal contra los alimentos ricos en grasa

11-08-2016

Científicos verificaron que un prótido funciona como un escudo defensor de la microbiota intestinal contra los alimentos ricos en grasa (foto: Wikimedia Commons)

 

Por Diego Freire  |  Agência FAPESP – La proteína de suero de leche, una antigua conocida en los gimnasios como whey protein, tal su nombre en inglés, y vastamente comercializada como suplemento para el aumento de masa muscular, puede ser importante también en la protección contra los efectos adversos de la ingestión de alimentos grasosos sobre la microbiota intestinal.

Para verificarlo, investigadores de la Facultad de Ingeniería de Alimentos (FEA) y de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la Universidad de Campinas (Unicamp), en São Paulo, Brasil, compararon los efectos de distinta proteínas en las poblaciones de bacterias de los intestinos de ratones. Este estudio se llevó a cabo en el marco de la investigación intitulada "El impacto metabólico de la proteína dietética de suero de leche, sus péptidos y aminoácidos en las heat-shock proteins (HSPs) y parámetros asociados en ratas", realizada con el apoyo de la FAPESP.

“Ya se sabía que cantidades y tipos distintos de grasas ingeridas alteraban de diversas maneras la composición de las poblaciones de microorganismos que pueblan el intestino de los animales y predisponen al huésped a procesos inflamatorios que pueden llevar a la obesidad y a otras enfermedades crónicas. Lo que no se sabía era que el tipo de proteínas presentes en la dieta también cumpliría un papel decisivo, al permitir o resistir a las alteraciones de la microbiota intestinal”, comenta Jaime Amaya Farfan, del Departamento de Alimentos y Nutrición (Depan) de la FEA-Unicamp.

El estudio demostró que, mientras que la caseína –otra proteína derivada de la leche, pero de digestión y absorción lenta– puede permitir el desordenamiento de la microbiota normal del intestino causado por una dieta rica en grasas, la proteína de suero dotó a los animales de capacidad para resistir a ese efecto.

Entre las principales alteraciones inducidas por el exceso de grasas en la dieta se encuentra la inversión de la predominancia de los dos filos de bacterias más comunes en el intestino: Bacteroidetes, presentes en mayor cantidad en la microbiota normal, y Firmicutes, dominantes en obesos.

Los investigadores comprobaron que el consumo de una dieta grasosa –compuesta por alimentos ricos en caseína, como el queso– a lo largo de nueve semanas redundó en un aumento de lipopolisacáridos sanguíneos, moléculas relacionadas con el desarrollo de enfermedades crónicas intestinales, en un incremento de la acumulación de grasa en el hígado (esteatosis hepática) y en la inversión de la cantidad de los filos predominantes, con favorecimiento con respecto al Firmicutes. En contraste, cuando la dieta grasosa se aplicó junto a la proteína de suero de leche, la presencia de lipopolisacáridos y biomarcadores de inflamación y la esteatosis hepática permanecieron significativamente bajas, lo cual impidió la inversión de los filos.

“Este contraste de efectos entre los dos principales tipos de proteínas de la leche, la caseína y la whey protein, fue una sorpresa, pero puede explicárselo como el resultado de la formación de péptidos típicos de cada una de ellas durante la digestión. En el caso de la proteína del suero, estudios anteriores realizados en la FEA demostraron que ciertos péptidos presentes poseen propiedades tales como el aumento de la captación de glucosa en las células musculares, una mayor expresión de proteínas antiestrés en roedores e incluso una posible protección contra las microlesiones musculares en jugadores de fútbol sometidos a entrenamientos intensos”, dice Farfan.

A efectos de comparación, otro grupo de ratones también fue sometido a una dieta rica en grasas, pero en combinación con la proteína de suero lácteo prehidrolizada, en la cual parte de sus enlaces peptídicos de sus aminoácidos están rotos en cadenas menores de aminoácidos, los cuales, a su vez, generan una mejor absorción en el intestino.

Los resultados indicaron que aunque el suplemento hidrolizado también fuese capaz de evitar un gran aumento de lipopolisacáridos en la sangre, el rápido aumento de la inflamación sistémica y la acumulación excesiva de grasa en el hígado, no evitó la predominancia de Firmicutes en el intestino. El aumento del filo se concretó, pero no hubo una merma tan drástica de Bacteroidetes como en la dieta con caseína.

“Con este hallazgo, surge la sospecha de que la disminución excesiva del filo Bacteroidetes, y no únicamente la inversión de los dos grandes filos, podría ser más determinante con respecto a los efectos nocivos de la dieta grasosa”, comenta el investigador. El filo Bacteroidetes constituye una potencial fuente endógena de lipopolisacáridos proinflamatorios que pueden pasar a la sangre.

Del gimnasio al bar

Para Farfan, “este estudio constituye un aporte a la profundización del conocimiento sobre propiedades y diferencias entre las diversas proteínas que forman parte de nuestra dieta, pues aunque puedan agruparse genéricamente en un mismo tipo de nutrientes, una vez más queda probado que las mismas no valen en nuestra salud únicamente a causa de la sumatoria nutricional de sus aminoácidos”.

De verificarse estos mismos resultados también en humanos, añade el investigador, podrán servir como alerta sobre el consumo excesivo de alimentos tales como el queso en combinación con alimentos grasosos.

“El sándwich de mortadela y queso, por ejemplo, no es una buena combinación, dado que el queso es un alimento rico en caseína y la mortadela es abundante en grasa de cerdo. Lo que el estudio con ratones indica es que el queso, al diferencia de la ricota, que es rica en proteína de suero de leche, no protege a la microbiota normal del intestino contra las alteraciones adversas causadas por el exceso de grasa.”

De esta forma, la ricota, preparada a base de suero de leche, sería un acompañante más sano para la mortadela. Una especie de whey protein sólida para el sándwich del bar.

Los resultados que se obtuvieron en este estudio figuran en el artículo intitulado Dietary whey proteins shield murine cecal microbiota from extensive disarray caused by a high-fat diet, de Farfan, Naice Eleidiane Santana Monteiro, Aline Rissetti Roquetto, Fernanda de Pace, Carolina Santos Moura, Andrey dos Santos, Áureo Tatsumi Yamada y Mario José Abdalla Saad, publicado en la revista Food Research International y disponible en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/pii/S096399691630179X.


 

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