De no modificárselo hasta 2050, habrá un 20% más de beneficiarios que de contribuyentes del sistema de previsión social, según se proyecta en un estudio (foto: Wikimedia Commons)

Brasil tendrá la sexta población de ancianos del mundo en 2025
28-07-2016

De no modificárselo hasta 2050, habrá un 20% más de beneficiarios que de contribuyentes del sistema de previsión social, según se proyecta en un estudio

Brasil tendrá la sexta población de ancianos del mundo en 2025

De no modificárselo hasta 2050, habrá un 20% más de beneficiarios que de contribuyentes del sistema de previsión social, según se proyecta en un estudio

28-07-2016

De no modificárselo hasta 2050, habrá un 20% más de beneficiarios que de contribuyentes del sistema de previsión social, según se proyecta en un estudio (foto: Wikimedia Commons)

 

Por Elton Alisson, desde Porto Seguro (Bahía)  |  Agência FAPESP – La población brasileña ha experimentado durante las últimas décadas un rápido proceso de envejecimiento, y en 2025 sumará 31,8 millones de personas con más de 60 años. Esto provocará un impacto directo sobre los sistemas de salud pública y de previsión social del país, y en los modos de atención de esas personas.

Este análisis estuvo a cargo de investigadores que tomaron parte en una mesa redonda sobre el envejecimiento de la población de los países en desarrollo, organizada durante la 68ª Reunión de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), que se realizó entre los días 3 y 9 de julio en el campus de Porto Seguro de la Universidad Federal del Sur de Bahía (UFSB).

“En 1950, vivían en Brasil dos millones de personas con más de 60 años. En 1965, esa cifra trepó a 6,2 millones. En el viraje del milenio llegó a 13,9 millones, y en 2025 llegará a 31,8 millones”, dijo Luiz Roberto Ramos, docente de la Escuela Paulista de Medicina (UPM) de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), durante el evento.

“Tendremos una de las seis mayores poblaciones de ancianos del mundo en 2025”, estimó Ramos, quien coordinó un proyecto de investigación sobre la efectividad de las acciones de promoción de la salud entre ancianos, que contó con el apoyo de la FAPESP.

De acuerdo con el investigador, la velocidad del proceso de envejecimiento de la población brasileña ha sido mayor que la verificada en Europa, por ejemplo.

Hasta 1800, el continente europeo registraba una alta mortalidad y una elevada fecundidad, una combinación de factores que permite mantener una población joven.

Esta situación recién empezó a cambiar entre 1800 y 1900, durante la Revolución Industrial, cuando la mortalidad empezó a caer en la región, lo que provocó un aumento de la expectativa de vida hasta llegar al nivel actual. “Fueron necesarios 100 años para que la tasa de mortalidad cayera en Europa”, dijo Ramos.

En tanto, la tasa de fecundidad en el “Viejo Mundo” sólo empezó a caer entre 1900 y 1950, y se mantendrá estable durante las próximas décadas, lo que provocará un incremento de la proporción de ancianos.

En contrapartida, en Brasil, la tasa de mortalidad empezó a declinar entre 1950 y 1980, y la de fecundidad inició un proceso de disminución a partir de 1970, llegando a dos hijos por pareja en la actualidad, lo que significa una tasa de reposición, y que la población del país no está creciendo, afirmó Ramos.

“Todo el proceso de transición demográfica, que en Europa tardó 180 años, acá en Brasil ocurrirá en la mitad de ese tiempo”, comparó Ramos.

Este aumento de la proporción de ancianos –que crece a tasas mucho más elevadas que las de otros grupos etarios, y ha provocado el envejecimiento de la población brasileña– ha alterado las prioridades en el sector de salud pública en Brasil actualmente, según apuntó el investigador.

Hasta 1950, cuando las tasas de fecundidad y de mortalidad en Brasil eran altas, el 40% de las muertes en Brasil se debía a enfermedades infecciosas, y poco más del 10% a enfermedades cardiovasculares.

Entre 1950 y 1970, cuando empezó a concretarse el proceso de transición epidemiológica en el país, los casos de enfermedades infecciosas fueron disminuyendo y actualmente representan tan sólo el 5% de las causas de muertes en Brasil, en tanto que las enfermedades cardiovasculares pasaron a representar más del 40%.

“En el antiguo paradigma de la salud pública de Brasil, la población de riesgo estaba compuesta por niños, la prioridad era el tratamiento de enfermedades infecciosas, las medidas preventivas –simbolizadas por las vacunas– eran eficaces y los tratamientos eran sencillos, definitivos y baratos: era el famoso ‘tome este antibiótico durante una semana’”, dijo Ramos.

“En el nuevo paradigma, la población de riesgo está conformada por ancianos, la prioridad es el tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles que causan incapacidad, las medidas preventivas son poco eficaces y los tratamientos son complejos, crónicos y caros”, comparó.

Pero el sistema de salud brasileño no está preparado para afrontar esta nueva realidad, según apuntó el investigador.

En un estudio realizado por el Consejo Federal de Medicina, en el cual se rastreó la evolución de la cantidad de médicos graduados en Brasil desde 1910, se consignó que en 2010, el 38% de los médicos en el país correspondía a pediatras, ginecólogos o anestesiólogos. La geriatría ocupaba la 41ª posición entre las especialidades de los médicos brasileños, según se señaló en esa investigación.

“Existe un largo camino hasta que podamos dotar a nuestro sistema de salud de profesionales especializados en la atención de esa población de ancianos”, sostuvo.

El cuidado de los ancianos

De acuerdo con datos que presentó Ana Amélia Camarano, investigadora del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), la población que más crece en Brasil actualmente es la de personas con 80 años o más.

Y las personas que llegarán a esa edad son aquéllas que nacieron durante la explosión de natalidad ocurrida en el país entre 1950 y 1960, cuando las tasas de fecundidad fueron más altas, estimó la investigadora.

“Esos ancianos se beneficiaron debido a la disminución de la mortalidad infantil, joven y adulta de las últimas décadas en el país, y ahora, con la declinación de la mortalidad en las edades más avanzadas, en razón de los avances de la Medicina”, afirmó.

Con todo, ese incremento de la cantidad de “ancianos muy ancianos” en el país requerirá no sólo mayores cuidados, sino también más tiempo para cuidarlos, indicó.

La cantidad de ancianos que necesitarán mayores cuidados en Brasil podrá aumentar entre un 30% y un 50% hasta 2020, estimó Camarano.

“Urge evaluar si las familias están preparadas para cuidar a esa población de ancianos. Es necesario que lo estén”, sostuvo.

Los varones, en promedio, pasan 4,2 años con necesidades de cuidados prolongados en Brasil, en tanto que las mujeres pasan 4,7 años.

Además, los varones mueren antes que las mujeres en el país. “Por eso decimos que el envejecimiento es una cuestión de género”, dijo Camarano. “Hay más mujeres ancianas, y ellas son las principales cuidadoras de sus maridos, que se mueren primero. Pero, ¿y a ellas, quién las cuidará?”, se cuestionó.

Otra preocupación, según la investigadora, será con respecto al sistema previsional. Como consecuencia de la disminución de la cantidad de nacimientos en Brasil, la fuerza de trabajo en el país ha venido disminuyendo. “¿Quiénes trabajarán para aportar al sistema de seguridad social y cuidar a esas personas?"

El impacto sobre el sistema de previsión social

De acuerdo con Camarano, Brasil disoció el envejecimiento de la pobreza a partir de la Constitución de 1988, que universalizó la seguridad social en el país.

De este modo, la población anciana pasó a contar con haberes garantizados, y actualmente el 82% de las personas con más de 65 años del país percibe beneficios del sistema de previsión social.

Sin embargo, el envejecimiento de la población brasileña, que podrá estar conformada por un 20% de personas con 65 años o más en 2050, traerá aparejado un aumento de los gastos previsionales con esa parte de la población, lo que elevará el rojo del sistema previsional, apuntó Bernardo Lanza Queiroz, docente de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).

“En la actualidad, aproximadamente el 12% de los gastos públicos se orienta hacia la población compuesta por personas mayores en Brasil”, afirmó el investigador.

Según el investigador, la jubilación precoz en el país también contribuye para aumentar el problema.

A comienzos de la década de 1990, cuando el derecho a la previsión social se universalizó, de acuerdo con el investigador, la mayor parte de la población con edades superiores a los 65 años de edad en el país trabajaba.

Actualmente, la tasa de ocupación de las personas con esas edades en Brasil se ubica alrededor del 20%, entre otras razones debido a la propia emergencia del sistema previsional, apuntó.

“Brasil tiene una cantidad de gente que percibe pensiones con relación a la población que tiene 65 años o más que es bastante elevada”, afirmó.

“En 2010, esa relación indicaba 1,6 personas percibiendo haberes jubilatorios de previsión social por cada persona con 65 años o más en Brasil. Eso indica que esas personas se están jubilando temprano relativamente”, sostuvo.

El hecho de que las personas se jubilen antes no constituiría un problema si el sistema previsional estuviese funcionando bien, y existe una norma que permite eso en el país, ponderó Queiroz.

“Esa norma tenía una muy buena motivación, que era la permitir que las personas más pobres pudiesen jubilarse con 30 años de servicios. Pero lo que sucedió fue exactamente lo contrario: la población más educada, con mejor inserción en el mercado de trabajo, es la que empezó a jubilarse con 30 años de aportes”, afirmó.

Cuanto más se postergue la reforma del sistema previsional, mayores serán los costos fiscales y para las personas, apuntó el investigador.

Según datos que él mismo presentó, en la actualidad hay cuatro pensionistas por cada diez personas que aportan al sistema previsional en Brasil.

De no haber ningún cambio hasta 2050 en términos de aumento de la oferta de empleo y de tiempo de aportes, por ejemplo, habrá una relación de 1,2 personas percibiendo haberes jubilatorios por cada persona que aporte al sistema, proyectó. “La cuenta no cerrará más”, aseveró.

 

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