La investigación comprendió la consulta de diversas fuentes bibliográficas, incluso en Noruega, para poder entender la formación artística y la identidad del pintor

El noruego mestizo
06-08-2015

Un libro analiza la obra de Alfred Andersen, paisajista conocido como el padre de la pintura del estado de Paraná, en Brasil

El noruego mestizo

Un libro analiza la obra de Alfred Andersen, paisajista conocido como el padre de la pintura del estado de Paraná, en Brasil

06-08-2015

La investigación comprendió la consulta de diversas fuentes bibliográficas, incluso en Noruega, para poder entender la formación artística y la identidad del pintor

 

Por Claudia Izique

Agência FAPESP – Alfred Andersen, un joven pintor noruego, se encantó con la zona del estado de Paraná, en Brasil, cuando –a camino de Buenos Aires, en 1893– el buque en que viajaba realizó una escala técnica en la localidad de Paranaguá. Y entonces decidió quedarse. Se casó con una descendiente de indios carijós, dio clases de pintura y retrató a la burguesía que, a cambio, lo acogió.

Andersen falleció en 1935, y pasó a la historia como el padre de la pintura paranaense. Su casa se transformó en museo, sus obras se convirtieron en referencias regionales y su trayectoria se volvió “un terreno fértil para la investigación en sociología del arte”, afirma Amélia Siegel Corrêa, autora del libro Alfredo Andersen – Retratos e paisagens de um norueguês caboclo [Alfredo Andersen – Retratos y paisajes de un noruego mestizo].

El libro, publicado con el apoyo de la FAPESP, corresponde a la tesis doctoral de Siegel Corrêa, defendida en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (USP), bajo la dirección de Leopoldo Garcia Pinto Waizbort, también con beca de la Fundación. “El objetivo consistió en entender los condicionantes sociales e históricos de la actividad del artista”, resume Siegel Corrêa. El libro, en el cual también analiza las obras del pintor, se presentará el 6 de agosto en la librería Cultura de la ciudad de Curitiba, capital del estado de Paraná.

La investigación comprendió la consulta de diversas fuentes bibliográficas, incluso en Noruega –donde Andersen nació en 1860, hijo de un capitán de navío y de una ama de casa–, para “entender la formación artística y la identidad del pintor”.

En el primero y el segundo capítulo, Siegel Corrêa recorre la biografía y la trayectoria artística del pintor, quien empezó a frecuentar una escuela de dibujo a los 14 años. Su formación estuvo signada por el retrato y por el paisajismo, tradicionales en Noruega, aunque también estuvo fuertemente contaminado por el realismo.

Andersen vendió su primer lienzo en 1888, y en 1891, en una exposición individual, comercializó cinco de los diez cuadros expuestos. No obstante, su arte se desarrolló en la “periferia” de la cultura europea, que tenía su epicentro en París y en el impresionismo. “Aunque la pintura naturalista perdía cada vez más espacio en Europa, con el avance de las vanguardias, en el sur de Brasil fue muy bien recibido”, afirma la investigadora.

Un país prometedor

Con ese bagaje, Andersen arribó a Brasil, país que él conociera años antes, en un viaje junto a su padre. “El radicarse en un país prometedor era compatible con un hombre de treinta y pocos años que veía que su carrera artística se encontraba bajo la amenaza del fracaso.”

En el tercer capítulo, Siegel Corrêa analiza la etapa brasileña del pintor, fundamentalmente los retratos, de manera tal de aprehender, “por el contexto social y por las redes de relaciones que se produjeron”, la relación entre arte, cultura y política en Paraná y la ubicación del pintor en esa configuración.

En esa época, la fotografía ya tenía éxito en Brasil, y Andersen hizo de ella una aliada: aceptaba pedidos basados en fotos de personas. “Solía decir que era más fácil ser pintor que ser fotógrafo”, comenta la investigadora. Pintaba al gusto de los clientes –comerciantes y personas ligadas al trabajo en el puerto de Paranaguá, al ferrocarril o a la yerba mate–, que consideraban que el retrato era “un símbolo de estatus”, y así se aseguraba el sustento de la familia. Se mudó a Curitiba y expandió su red de relaciones para incluir también a literatos y políticos.

En el cuarto capítulo, la autora investiga las pinturas de paisajes, género merced al cual Andresen se tornó más conocido: marinas del litoral, escenas del puerto y paisajes de Rocio [en la bahía de Paranaguá], hasta llegar al tema “canónico” de los pinares. “Es posible percibir también el proceso de cambio de factura estética del pintor, lo que se dio tanto gracias al contacto con otros paisajistas brasileños como por las presiones del mercado”, explica Siegel Corrêa.

El quinto capítulo tiene como telón de fondo la belle époque en Curitiba. Con la Proclamación de la República, la Promulgación de la 1ª Constitución de la Provincia de Paraná y el crecimiento de las industrias yerbatera y maderera, la actividad artística se expande y empiezan a surgir las primeras exposiciones, como así también los primeros intentos de instauración de una Escuela de Música y Bellas Artes, lo que se materializará recién en 1948.

En el sexto y último capítulo, Siegel Corrêa explora la posición de Andersen en ese nuevo ambiente, con el enfoque recayendo sobre su casamiento nativo y su condición de extranjero. “Entramos en la casa del pintor a través de sus pinturas, incluso a través de los retratos afectivos de sus familiares”, afirma. Las escenas de género, subraya la investigadora, configuran la faceta más autoral de su producción. “Es allí donde él muestra su cotidiano y su camino sin retorno rumbo a la luz y a la cultura brasileña.”

Alfredo Andersen – Retratos e paisagens de um norueguês caboclo
Autora: Amélia Siegel Corrêa
Editorial: Alameda
Año: 2014
Páginas: 380

 

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